¡Heme
aquí, heme aquí, oh mi secreto, oh mi confidencia!
¡Heme aquí, heme aquí, oh mi fin, oh mi
sentido!
Te llamo. . . no, ¡eres tú quien me llama a Ti!
¿Cómo te hubiera hablado, a Ti, si Tú
no me hubieras hablado a mi?
¡ Oh esencia de la esencia de mi existencia, oh termino
de mi designio!
Tú que me haces hablar, ¡oh Tú, mis enunciaciones,
Tú, mis parpadeos!
¡ Oh Todo de mi Todo, oh mi oido, oh mi vista!
¡Oh mi totalidad, mi composición y mis partes!
¡Oh Todo de mi Todo, Todo de toda cosa, enigma equivoco,
oscurezco el todo de Tu todo al querer expresarte!
¡Oh Tú, de quien mi espíritu estaba suspenso,
ya al morir de éxtasis!
¡ Ah continúa siendo su prenda mi desdicha!.
. .
¡Oh supremo objeto que yo solicito y espero, oh mi huésped!
¡Oh alimento de mi espíritu!, ¡oh mi vida
en este mundo y en el otro!
¡Sea mi corazón Tu rescate! ¡Oh mi oido,
oh mi vista!
¿Por qué tanta demora, en mi apartamiento, tan
lejos?
¡ Ah! aunque para mis ojos Te escondes en lo invisible,
mi corazón ya te contempla, desde mi alejamiento, sí,
¡desde mi exilio!.
Iman
Al Hallaj (857 - 922) Gran maestro sufi
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