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YOGA DEL SUEÑO


 

 


SOBRE LOS SUEÑOS
La Gnosis enseña que existen muchas clases diferentes de sueños que la Moderna Psicología decadente del hemisferio occidental ignora radicalmente.
Incuestionablemente, los sueños son de diversa calidad específica debido al hecho concreto de que se hallan íntimamente relacionados con cada uno de los centros psíquicos del organismo humano.
En rigor de verdad y sin exageración alguna podemos afirmar que la mayoría de los sueños se encuentran vinculados con el centro instintivo-motor; esto es, son el eco de cosas vistas en el día, de simples sensaciones y movimientos, mera repetición astral de lo que diariamente vivimos.
Así mismo, algunas experiencias de tipo emocional, tales como el miedo -que tanto daño hace a la humanidad-, suelen tener cabida en esos sueños caóticos del centro instintivo-motor.
Existen, pues, sueños emocionales, sexuales, intelectuales, motores e instintivos, etc., etc., etc.
Los sueños más importantes, las vivencias íntimas del Ser, se hallan asociadas a los dos centros: emocional superior y mental superior.
Ciertamente, resultan interesantes los sueños relacionados con los dos centros superiores, se caracterizan siempre por lo que se podría denominar una formulación dramática.
Ahora bien si pensamos en el Rayo de la Creación, en los centros superiores e inferiores y en las influencias que descienden por el citado Rayo Cósmico, debemos admitir que se presentan en nosotros vibraciones luminosas que intentan curarnos, que tratan de informarnos sobre el estado en que nos encontramos, etc.
Resulta útil recibir mensajes y estar en contacto con los adeptos aztecas, mayas, toltecas, egipcios, griegos, etc.
Es también maravilloso platicar con las diversas partes más elevadas de nuestro Ser.
Los centros superiores están plenamente desarrollados en nosotros y nos transmiten mensajes que debemos aprender a captar concientemente.
A aquellas personas muy selectas que han tenido momentos de recuerdo de sí en la vida, en los que vieron una cosa o a una persona común y corriente de un modo completamente nuevo, no les sorprenderá si les digo en este capítulo que tales momentos tienen la misma calidad o sabor interior que esos raros y extraños sueños relacionados con los dos centros, emocional y mental superior.
Indubitablemente, el significado de tales sueños trascendentales pertenece al mismo orden que a la realización en sí del Rayo de la Creación y, en particular, a la octava lateral del sol.
Cuando uno comienza a darse cuenta de la honda significación de esa clase específica de sueños, es señal de que ciertas fuerzas luchan por despertarnos, sanarnos o curarnos.
Cada uno de nosotros es un punto matemático en el espacio que sirve de vehículo a determinada suma de valores, buenos o malos.
La muerte es una resta de quebrados; terminada la operación matemática, lo único que quedan son los valores (blancos o negros).
De acuerdo con la ley del eterno retorno, es ostensible que los valores retornan, se reincorporan.
Si un hombre empieza a ocuparse más conscientemente del pequeño ciclo de los sucesos recurrentes de su vida personal, podrá entonces verificar por sí mismo, mediante la experiencia mística directa, que en el sueño diario se repite siempre la misma operación matemática de la muerte.
En ausencia del cuerpo físico, durante el sueño normal, los valores, sumergidos en la luz astral, se atraen y repelen de acuerdo con las leyes de la imantación universal.
La vuelta al estado de vigilia implica, de hecho y por derecho propio, el retorno de los valores al interior del cuerpo físico.
Una de las cosas más extraordinarias es que la gente piensa que sólo está en relación con el mundo externo.
La Gnosis nos enseña que estamos en relación con un mundo interior, invisible para los sentidos físicos ordinarios pero visible para la clarividencia.
El mundo interior invisible es mucho más extenso y contiene muchas más cosas interesantes que el mundo exterior, hacia el cual siempre se está mirando a través de las cinco ventanas de los sentidos.
Muchos sueños se refieren al lugar donde estamos es el mundo interior invisible desde el cual surgen las diversas circunstancias de la vida.
El lenguaje de los sueños es exáctamente comparable al lenguaje de las parábolas.
Aquéllos que interpretan todo literalmente piensan que el Sembrador del Evangelio Crístico salió a sembrar y que la semilla cayó en pedregales, etc., etc., etc., más no entienden el sentido de tal parábola porque éste, en sí mismo, pertenece el lenguaje simbólico del centro emocional superior.
No está demás recordar que todo sueño, por absurdo o incoherente que éste sea, tiene algún significado pues nos indica no sólo el centro psíquico al cual se halla asociado sino, también, al estado psicológico de tal centro.
Muchos penitentes que presumían de castos, cuando fueron sometidos a pruebas en los mundos internos, fallaron en el centro sexual y cayeron en poluciones nocturnas.
En el adepto perfecto los cinco centros psíquicos: intelectual, emocional, motor, instintivo y sexual, funcionan en plena armonía con el infinito.
¿Cuáles son los funcionalismos mentales durante el sueño? ¿Qué emociones nos agitan y conmueven? ¿Cuáles son nuestras actividades fuera del cuerpo físico?¿Qué sensaciones instintivas predominan? ¿Hemos tomado nota de los estados sexuales que tenemos durante el sueño?
Debemos sincerarnos con nosotros mismos. Con justa razón dijo Platón: "El hombre se conoce por sus sueños".
La cuestión del funcionalismo equivocado de los centros es un tema que exige un estudio de toda la vida, a través de la observación de sí mismo en acción y del exámen riguroso de los sueños.
No es posible llegar en un instante a la comprensión de los centros y de su trabajo correcto o equivocado; necesitamos infinita paciencia...
Toda la vida se desenvuelve en función de los centros y es controlada por éstos.
Nuestros pensamientos, sentimientos, ideas, esperanzas, temores, amores, odios, acciones, sensaciones, placeres, satisfacciones, frustraciones, etc., se encuentran en los centros.
El descubrimiento de algún elemento inhumano en cualquiera de los centros debe ser motivo más que suficiente para el trabajo esotérico.
Todo defecto psicológico debe ser previamente comprendido, mediante la técnica de la meditación, antes de proceder a su eliminación.
Extirpar, erradicar, eliminar cualquier elemento indeseable, sólo es posible invocando el auxilio de Tonantzin (la Divina Madre Kundalini), una variante de nuestro propio Ser, el Fohat particular de cada uno de nos.
Así es como vamos muriendo de instante en instante; sólo con la muerte adviene lo nuevo....
En la escala de los seres y las cosas, incuestionablemente nos llegan influencias de toda clase.
Si hemos comprendido el Rayo de la Creación sabremos también que en todo instante de la vida nos llegan influencias y que éstas son de diferente calidad.
Es preciso recordar siempre que hay influencias superiores que actúan sobre nosotros y que son registradas por nuestro aparato psíquico, pero si estamos apegados a nuestros sentidos y no ponemos atención plena a nuestra vida interior, entonces tampoco lograremos percibir éstas influencias.

DISCIPLINA DEL YOGA DEL SUEÑO
Aquellos aspirantes que sinceramente anhelen la experiencia mística directa, incuestionablemente deben incuestionablemente deben comenzar con la disciplina del Yoga del sueño.
Es ostensible que el gnóstico debe ser exigente consigo mismo y aprender a crear condiciones favorables para el recuerdo y comprensión de todas esas experiencias íntimas que siempre ocurren durante el sueño.
Antes de acostarnos para el descanso de los afanes y fatigas del diario vivir, conviene poner la debida atención al estado en que nos encontramos.
Los devotos, que debido a las circunstancias llevan vida sedentaria, nada pierden y mucho ganan su antes de acostarse realizan un paseo corto a paso vivo y al aire fresco; tal paseo aflojará sus músculos.
Sin embargo, conviene aclarar que jamás debemos abusar de los ejercicios físicos; necesitamos vivir armoniosamente.
La cena, merienda o comida final del día, debe ser ligera, libre de manjares pesados o estimulantes, evitando cuidadosamente el ingerir elementos que puedad desvelarnos, quitarnos el sueño.
La forma más elevada de pensar es no pensar. Cuando la mente está quieta y en silencio, libre de los afanes del día y de las ansiedades mundanas, se encuentra entonces en un estado ciento por ciento favorable para la práctica del Yoga del sueño.
Cuando realmente trabaja el centro emocional superior concluye, aunque sea por breve tiempo, el proceso del pensar..
Es evidente que el mencionado centro entra en actividad con la embriaguez dionisíaca.
Tal arrobamiento se hace posible al escuchar con infinita devoción las sinfonías deliciosas de un Wagner, de un Mozart, de un Chopin, etc.
La música de Beethoven, muy especialmente resulta extraordinaria para hacer vibrar intensivamente al centro emocional superior.
En ella encuentra el gnóstico sincero un inmenso campo de exploración mística, porque no es música de forma sino de ideas arqueteipicas inefables; cada nota tiene su sugnificado; cada silencio una emoción superior.
Beethoven, al sentir tan cruelmente los rigores y pruebas de la "Noche espiritual", en vez de fracasar como muchos aspirantes, fué abriendo los ojos de su intuición al supernaturalismo misterioso, a la parte espiritual de la naturaleza, a esa región donde viven los Reyes angélicos de ésta Gran Creación Universal: Tlaloc, Huehueteotl, etc., etc.
Ved al "músico-filósofo" a lo largo de su existencia ejemplar. Sobre su mesa de trabajo tiene constantemente a la vista a su Divina Madre Kundalini, la inefable Neith, la Tonantzin de Anáhuac, la suprema Isis egipcia.
Se nos ha dicho que el citado gran Maestro había puesto al pie de aquella figura adorable una inscripción, de puño y letra del mismo, que misteriosa reza: "Yo soy la que ha sido, es y será, y ningún mortal ha levantado mi velo".
El progreso íntimo revolucionario se hace imposible sin el auxilio inmediato de nuestra Divina Madre Tonantzin.
Todo hijo agradecido debe amar a su madre; Beethoven amaba entrañablemente a la suya.
Fuera del cuerpo físico, en las horas del sueño, el alma puede platicar con su Divina Madre; empero, es evidente que debemos empezar con la disciplina del sueño.
Necesitamos prestar atención a la recámara en la que hemos de dormir. La decoración debe ser agrdable. Los colores más deseables para los fines que se persiguen -a despecho de lo que otros autores aconsejan- son, precisamente, las tres tonalidades primarias: azul, amarilla y roja.
Indubitablemente, los tres colores básicos se corresponden siempre con las tres fuerzas primarias de la naturaleza (el santo triamanzikamno). Santo afirmar, santo negar y santo conciliar.
No está demás recordar que las tres fuerzas originales de ésta Gran Creación cristalizan siempre en forma positiva, negativa y neutra.
La "causa causorum" del santo Triamanzikamno se encuentra oculta en el elemento activo Okidanok; éste último, en sí mismo, es tan sólo la emanación del sagrado absoluto solar.
Obviamente, el rechazo a los tres colores fundamentales, después de todas éstas razones expuestas, equivale, por simple deducción lógica, a caer en un despropósito, en un desatino.
El Yoga del Sueño resulta extraordinario, maravilloso, formidable; sin embargo, suele ser muy exigente.
La recámara debe estar siempre muy bién perfumada y ventilada, mas no inundada con el sereno frío de la noche.
Después de una detallada revisión se sí mismo y de la recámara en la que hemos de dormi, el gnóstico debe examinar su cama.
Si observamos culquier brújula, podemos verificar por nosotros mismos que la aguja se orienta hacia el norte.
Incuestionablemente, es posible aprovechar conscientemente esa corriente magnética del mundo que fluye siempre de Sur a Norte.
Orientemos el lecho en forma tal que la cabecera quede siempre hacia el Norte; así podremos usar inteligentemente la corriente magnética indicada por la aguja.
El colchón no tiene que ser exageradamente duro ni tampoco demasiado blando, es decir, tiene que tener una elasticidad tal que en modo alguno afecte a los procesos psíquicos del durmiente.
Los resortes chillones o una cabecera que cruja y gima al menor movimiento del durmiente, constituyen un serio obstáculo para éstas prácticas.
Se colocan debajo de la almohada un cuaderno o libreta y un lápiz, de modo tal que se les pueda encontrar fácilmente en la obscuridad.
Las ropas de cama deben ser frescas y muy limpias; debe perfumarse la funda de la almohada con nuestra fragancia preferida.
Después de cumplir con todos estos requisitos, el asceta gnóstico procederá a dar el segundo paso de esta disciplina esotérica.
Se meterá en su lecho y, habiendo apagado las luces, se acostará en decúbito dorsal, es decir, sobre sus espaldas, con los ojo cerrados y las manos sobre el plexo solar.
Se quedará completamente quieto durante algunos instantes y, después de haberse aflojado o relajado totalmente, tanto en lo físico como en lo mental, se concentrará en Morfeo, el Dios del sueño.
Incuestionablemente, cada una de las partes aisladas de nuestro Real Ser ejerce determinadas funciones, y es precisamente Morfeo (no se confunda con Orfeo) el encargado de educarnos en los misterios del sueño.
Sería algo más que imposible trazar un esquema del Ser; empero, todas las partes espiritualizadas, aisladas, de nuestra presencia común, quieren la perfección absoluta de sus funciones.
Cuando nos concentramos en Morfeo, éste se alegra por la brillante oportunidad que le brindamos.
Es urgente tener fe y saber suplicar. Nosotros debemos pedirle a Morfeo que nos ilustre y despierte en los mundos suprasensibles.
A esta altura comienza a apoderarse del gnóstico esoterista una somnolencia muy especial, y entonces adopta la postura del león:
"Acostado sobre su lado derecho, con la cabeza apuntando hacia el Norte, recoge las piernas hacia arriba lentamente hasta que las rodillas queden dobladas. En esta posición la pierna izquierda se apoya sobre la derecha; luego coloca la mejilla derecha sobre la palma de la mano derecha y deja que el brazo izquierdo descanse sobre la pierna del mismo lado".
Al despertar del sueño normal no debemos movernos, porque es claro que con tal movimiento se agitan nuestros valores y se pierden los recuerdos.
Indubitablemente, el ejercicio retrospectivo se hace indispensable en tales instantes, cuando deseamos recordar con entera precisión todos y cada uno de nuestros sueños.
El gnóstico debe anotar muy cuidadosamente los detalles del sueño o sueños en la libreta o cuaderno que colocó debajo de la almohada para este propósito.
Así podrá llevar un record minucioso sobre su progreso íntimo en la yoga del sueño.
Aunque sólo quedaren en la memoria vagos fragmentos del sueño o sueños, éstos deben ser cuidadosamente registrados.
Cuando no ha quedado nada en la memoria, debe iniciarse el ejercicio retrospectivo con base en el primer pensamiento que hayamos tenido en el instante preciso del despertar; obviamente, aquél se encuentra asociado íntimamente al último sueño.
Necesitamos aclarar solemnemente que el ejercicio retrospectivo se inicia antes de haber retornado totalmente al estado de vigilia, cuando aún nos encontramos en estado de somnolencia tratando de seguir conscientemente la secuencia del sueño.
La práctica del mencionado ejercicio se comienza siempre con la última imagen que hubiéramos tenido instantes antes de regresar al estado de vigilia.
Terminaremos este capítulo afirmando solemnemente que no es posible pasar más allá de esta parte relacionada con la disciplina del yoga del sueño a menos que hayamos logrado la memoria perfecta de nuestras experiencias oníricas.

EL SUEÑO TANTRICO
Indubitablemente, resulta urgente repasar mensualmente nuestro cuaderno o libreta de notas con el propósito de verificar por nosotros mismos el progresivo adelanto de la memoria onírica.
Cualquier posibilidad de olvido debe ser eliminada. No debemos continuar con las prácticas subsiguientes en tanto no hayamos logrado la memoria perfecta.
Resultan particularmente interesantes aquellos dramas que parecen salir de otros siglos o que se desarrollan en medios o ambientes que nada tienen que ver con la existencia de vigilia del soñador.
Hay que estar en estado de alerta percepción, alerta novedad, y poner muy especial atención al estudio de los detalles que incluyen cuestiones específicas, pláticas, reuniones, templos, actividades inusitadas con otras personas, etc., etc., etc.
Logrado el desarrollo íntegro de la memoria onírica, eliminada ya cualquier posibilidad de olvido, el proceso de simbolización abrirá el camino de la revelación.
A la ciencia básica de la interpretación de los sueños debemos buscarla en la ley de las analogías filosóficas, en la ley de las analogías de los contrarios y en la ley de las correspondencias y de la numerología.
Las imágenes astrales, reflejadas en el espejo mágico de la iaginación, jamás se deben traducir literalmente pues son sólo representaciones simbólicas de las ideas arquetípicas y deben ser utilizadas de la misma manera que un matemático utiliza los símbolos algebráicos.
No está demás afirmar que tal género de ideas desciende del mundo del Espíritu puro.
Obviamente, las ideas arquetípicas que descienden del Ser devienen maravillosas informándonos, yo sobre el estado psicológico de tal o cual centro de la máquina, ya sobre asuntos esotéricos muy íntimos, ya sobre posibles éxitos o peligros, etc., envueltas siempre entre el ropaje del simbolismo.
Abrir tal o cual símbolo astral, tal o cual escena o figura, con el propósito de extraer la idea esencial, sólo es posible a través de la "meditación del Ser lógica y confrontativa".
Al llegar a este estado de la disciplina del yoga del sueño, se hace indispensable entrar en el aspecto tántrico de la cuestión.
La sabiduría antigua enseña que Tonantzin (Devi Kundalini), nuestra Divina Madre Cósmica particular (pues cada persona tiene la suya propia), puede adoptar cualquier forma pues es el origen de todas las formas. Por lo tanto, conviene que el gnóstico medite sobre ella antes de quedarse dormido.
El aspirante deberá entrar diariamente en el proceso del sueño repitiendo con mucha fe la siguiente oración: "Tonantzin, Teteoinnan, ¡oh!, mi madre, ven a mí, ven a mí.
Según la ciencia tántrica, se el gnóstico insiste en esta práctica, más tarde o más temprano habrá de surgir como por encanto, de entre las cambiantes y amorfas expresiones de sus sueños, un elemento iniciador.
Hasta tanto no haya identificado íntegramente a ese iniciador, es indispensable continuar registando sus sueños en la libreta o cuaderno.
El estudio y análisis profundo de cada sueño anotado resulta impostergable en la disciplina esotérica del sueño tántrico.
Incuestionablemente, el gnóstico sincero que llega a este estadio de la disciplina tántrica se encuentra, por tal motivo, listo para dar el paso siguiente, el cual será el tema de nuestro próximo capítulo.

PRACTICA DEL RETORNO
Cuando el aspirante ha realizado con pleno éxito todos los ejercicios gnósticos relacionados con el esoterismo de sueño, es ostensible que entonces se encuentra íntimamente preparado para la práctica del retorno.
En el capítulo anterior algo dijimos sobre el elemento iniciador que surge como por encanto de entre las cambiantes y amorfas expresiones de sus sueños.
Ciertas personas muy psíquicas, refinadas e impresionables, han poseído siempre en sí mismas al elemento iniciador.
Tales personas se caracterizan por la repetición continua de un mismo sueño; esos psíquicos reviven periódicamente tal o cual escena o ven en sus experiencias oníricas, en forma constante, a ésta o aquella criatura o símbolo.
Cada vez que el elemento iniciador -sea este último símbolo, sonido, color o persona, etc.- es recordado al despertar del sueño normal, el aspirante, con los ojos aún cerrados, continúa visualizando la imagen clave familiar y luego, intencionalmente, tratará de dormirse nuevamente prosiguiendo con el mismo sueño.
Con otras palabras diremos que el aspirante intenta volverse consciente de su propio sueño y por ello prosigue intencionalmente con el mismo, pero llevándolo al estado de vigilia, con plena lucidez y autocontrol.
Se convierte así en espectador y actor de un sueño, con la ventaja, por cierto nada despreciable, de poder abandonar la escena a voluntad para moverse libremente en el mundo astral.
Entonces, el aspirante, libre de todas las trabas de la carne, fuera de su cuerpo físico, se habrá desprendido de su viejo y familiar ambiente penetrando en un universo regido por leyes distintas.
La disciplina del estado de sueño de los tántricos budhistas conduce didácticamente al despertar de la conciencia.
El gnóstico sólo puede despertar, al estado verdadero de iluminación, comprendiendo y desintegrando sueños.
Las sagradas escrituras del Indostán afirman solemnemente que el mundo entero es el sueño de Brahama.
Partiendo de este postulado hindú, afirmaremos en forma enfática lo siguiente: "Cuando Brahama despierta, el sueño concluye".
En tanto el aspirante no haya logrado todavía la disolución radical, no sólo de los sueños en sí mismos, sino también de los resortes psicológicos que los originan, el despertar absoluto será algo más que imposible.
El despertar definitivo de la conciencia sólo es posible mediante una transformación radical.
Los cuatro Evangelios Crísticos insisten en la necesidad de despertar; desafortunadamente, las gentes continúan dormidas...
Quezalcoatl, el Cristo mexicano, ciertamente fue un hombre ciento por ciento despierto.
La multiplicidad de sus funciones también son indica con entera precisión lo antiquísimo de su culto y la profunda veneración con que se le veía en todo centro américa.
Los Dioses santos de Anáhuac son hombres perfectos en el sentido más completo de la palabra; criaturas absolutamente despiertas; seres que erradicaron de su psiquis a toda posibilidad de soñar.
Tláloc, "el que hace brotar", Dios de las lluvias y del rayo, siendo Dios es también un hombre despierto, alguien que tuvo que eliminar de su psiquis no sólo a sus sueños sino, además a toda posibilidad de soñar. Es el individuo sagrado principal de la antiquísima cultura olmeca, y aparece siempre con la máscara del tigre-serpiente en las hachas colosales y en diversas figuras de jade.
Tezcatlipoca y Huitzilopochtli, criaturas del fuego, vivas representaciones de la noche y del día, son también hombres despiertos, seres que lograron pasar más allá de los sueños.
Fuera del cuerpo físico, el hombre despierto puede invocar a los Dioses santos de los aztecas, mayas, toltecas, etc.
Los Dioses de los códices Borgia, Borbónico, etc., etc., etc., vienen al llamado del hombre despierto.
Mediante el auxilio de los Dioses santos, el hombre despierto puede estudiar, en la luz astral, la Doctrina secreta de Anáhuac.

(Tomado del libro "La Doctrina Secreta de Anahuac")




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