Los
alimentos que penetran a nuestro organismo, se dividen en
tres categorías. Al primero, al primer tipo de alimento,
lo podemos denominar "comida". Incuestionablemente,
para los alimentos que entran por la boca y la boca en sí,
hay un medio que permite transformar esos principios vitales.
Me refiero al estómago. Si no fuera por el estómago,
no sería posible la transformación de la primera
clase de alimentos. Sin embargo, el alimento que entra por
la boca no es el más importante. Bien sabemos cómo
se transforman los alimentos mediante la digestión.
No hay duda de que en última síntesis, los principios
vitales quedan depositados en la sangre y ella los dirige
a todos los órganos del cuerpo. Sin embargo, puede
alguien permanecer algún tiempo sin comer. Mahatma
Gandhi podía permanecer hasta cuarenta días
sin comer, y aún más: llegó hasta dos
y tres meses sin comer. No es pues, el alimento más
importante.
La
segunda clase de alimento es el Prana, que entra con el oxígeno
dentro de nuestro Cuerpo Físico; es aquél que
penetra por las puertas de la respiración, e incuestionablemente,
existe un órgano, u órganos especiales para
la transformación del alimento que entra por la nariz.
Así pues el aire mediante los pulmones, se transforma
-naturalmente- en oxígeno, y este oxígeno -en
Prana- se deposita posteriormente en todo el torrente sanguíneo.
Es
más importante la respiración que el alimento
que entra por la boca y va al estómago, porque como
ya dije podríamos durar hasta cerca de un mes sin comer,
pero no podríamos durar mucho tiempo sin respirar.
Normalmente
se puede durar sin respirar un minuto o dos, y algunos llegan
hasta tres. Yo también pudiera llegar a permanecer
sin respirar durante más de cuatro minutos -por entrenamiento-,
pero incuestionablemente, más allá de este pequeño
tiempo limitado, si no respiramos morimos. Es pues más
importante entonces, en realidad de verdad, la respiración
que la comida física.
Y
por último existe una tercera clase de alimento, que
de hecho es aún más importante. Me refiero,
en forma enfática, a las impresiones. Incuestionablemente,
no podríamos nosotros durar ni un segundo en la existencia,
si no existieran las impresiones. No podemos vivir, ni un
segundo, sin recibir impresiones.
Nuestro
organismo se nutre, muy especialmente, con las impresiones.
Si el aire no hiciera impresión en nuestros pulmones
y en nuestra sangre, no viviríamos; si la comida no
llegara a impresionar el estómago y vías intestinales,
tampoco podríamos vivir.
Así
que, las impresiones son fundamentales. Desgraciadamente,
a diferencia de la respiración y del primer alimento
que entra por la boca y va al estómago, no tenemos
en este caso un órgano para "digerir" las
impresiones y eso es lamentable. El aire cuenta con los pulmones,
la comida cuenta con el estómago, pero las impresiones,
¿con qué órgano cuentan? Pasan a la mente
y eso no lo podemos negar, pero no tenemos cómo poder
digerir las impresiones, no hay un órgano para la digestión
y transformación de las impresiones.
Todos
los acontecimientos de la vida llegan a la mente en forma
de impresiones, todos los eventos llegan al cerebro en forma
de impresiones. La alegría, la tristeza, la esperanza,
la desesperación, los problemas, las preocupaciones,
etc., llegan a la mente en forma de impresiones. Cualquier
circunstancia, cualquier acontecimiento por insignificante
que sea, siempre llega a la mente en forma de impresiones.
Repito:
desafortunadamente no contamos con un órgano capaz
de digerir impresiones, motivo este más que suficiente
como para que las mismas se conviertan en agregados psíquicos,
esto es, en "yoes". Si no digerimos la mala impresión
que recibimos por ejemplo de un insultador, entonces esa impresión
se convierte, dentro de nosotros, en un "yo" de
venganza. Si no digerimos la impresión que nos provoca
una copa de vino, obviamente tal impresión se convierte
en un "yo" de la embriaguez. Si no digerimos nosotros
la impresión que nos provoca una persona del sexo opuesto,
incuestionablemente tal impresión se convertiría,
por lo mismo, en un "yo" de lujuria. Si no digerimos
la impresión que llegue a la mente, relacionada con
una fortuna, obviamente tal impresión puede convertirse
en un "yo" de codicia.
Así
que, no digerir las impresiones equivale a crear "yoes".
Las impresiones no digeridas, repito, se convierten en nuevos
"yoes".
Así
que, no solamente tenemos los "yoes" que poseemos,
esos que traemos de existencias anteriores, sino lo que es
peor: estamos creando todos los días nuevos "yoes",
y eso es lamentable.
Dejar
de crear "yoes", es indispensable. Eso es posible
únicamente, digiriendo las impresiones. ¿Y cómo
digerirlas? ¿De qué manera, de qué modo?
¿Cómo transformarlas en algo diferente? ¿Sería
posible eso? ¡Sí es posible! ¿Cómo?
Mediante la Conciencia. Si interponemos entre las impresiones
y la mente eso que se llama "Conciencia", las impresiones
se digieren.
Las
impresiones en sí mismas, son Hidrógeno 48,
un Hidrógeno bastante pesado. Digeridas por medio de
la Conciencia, se transforman en Hidrógeno 24, que
sirve para nutrir al Cuerpo Astral. Ese Hidrógeno 24,
a su vez, puede transformarse en Hidrógeno 12 para
nutrir al Mental, y por último el Hidrógeno
mental, digerido, se transforma en Hidrógeno 6, con
el que se nutre el Causal.
Más
vale pues, digerir nuestras impresiones con el propósito
de transformar el Hidrógeno 48 en alimentos para los
Cuerpos Existenciales Superiores del Ser.
Normalmente,
las impresiones hieren a la mente y la mente entonces reacciona
contra el impacto proveniente del mundo exterior: si nos pegan,
pegamos; si nos insultan, insultamos; si nos instan a beber,
bebemos, etc.; siempre reacciona la mente contra los impactos
provenientes del mundo exterior. Debemos evitar tal reacción,
y eso sería posible exclusivamente, interponiendo la
Conciencia entre la mente y las impresiones.
¿Habría
alguna forma, alguna técnica, algunas prácticas
que permitiesen utilizar la Conciencia para interponerla entre
las impresiones y la mente? ¿Existe alguna clave que
nos permita usar la Conciencia de esa manera, que sea la Conciencia
quién reciba las impresiones y no la mente? Porque
cuando la Conciencia recibe las impresiones, las digiere inevitablemente,
las transforma en algo distinto; pero cuando no es la Conciencia
quien recibe las impresiones, sino la mente, entonces sucede
que la mente reacciona contra los impactos provenientes del
mundo exterior, reacciona violentamente, en forma mecánica.
¿Cómo
usar pues, la Conciencia? ¿Cómo utilizarla,
de qué modo, a fin de que sea ella -y nada más
que ella- la que reciba las impresiones y las transforme?
Voy a decirles a ustedes la clave, muy sencilla: jamás
olvidarnos de Sí Mismos, de nuestro propio Ser. Porque
si uno se olvida de su propio Ser Interior en presencia de
un insultador, termina insultando; si uno se olvida de Sí
Mismo, de su propio Ser en presencia de una copa de vino,
termina borracho; si uno se olvida de Sí Mismo, de
su propio Ser en presencia de una persona del sexo opuesto,
termina fornicando.
Cuando
uno aprende a vivir en estado de alerta percepción,
de alerta novedad; cuando uno se acuerda de Sí Mismo
de instante en instante, de momento en momento; cuando uno
jamás se olvida de Sí Mismo, indubitablemente
se va tornando consciente. Si uno no se olvida de Sí
Mismo en presencia de un insultador, si uno no se olvida de
su propio Ser, entonces transforma esas impresiones perversas
en Hidrógeno 24, que sirve para fortificar el Cuerpo
Astral, y en Hidrógeno 12 para alimentar el Mental
y en Hidrógeno 6 para alimentar el Causal; es decir,
transforma las palabras del insultador en una fuerza diferente.
Si
uno no se olvida de Sí Mismo en presencia de una copa
de vino, transforma esa impresión -ese Hidrógeno
48- en Hidrógeno 24 y 12 y 6. Si uno no se olvida de
Sí Mismo en presencia de una fuerte suma de dinero,
transforma esa impresión en Hidrógeno 24, 12
y 6.
Así
que, no olvidarse de Sí Mismos es la clave que nos
permite manejar inteligentemente la Conciencia. Cuando uno
no se olvida de sí mismo interpone, entre la mente
y las impresiones, eso que se llama Conciencia.
Lo
hermoso es que sea la Conciencia la que reciba las impresiones
que vienen del mundo exterior, porque la Conciencia puede
transformarlas en algo diferente: en elementos creadores,
en elementos superlativos del Ser, en fuerzas diamantinas
que sirven para el desarrollo de los Chacras, en múltiples
fuerzas que sirven para el desarrollo de ciertos poderes que
existen en nuestra constitución interna.
Es
necesario, pues, saber que todos los "yoes" que
actualmente tenemos, son el resultado de impresiones no digeridas,
no transformadas, y esto es lamentable.
Desgraciadamente,
las gentes no se recuerdan a Sí Mismas jamás;
por eso es que las impresiones llegan a nuestra mente y permanecen
así, completamente sin transformar, dando origen como
es natural a los agregados psíquicos, a los "yoes".
Es necesario disolver los "yoes", pero también
es necesario no crear nuevos "yoes". Alguien podría
darse el lujo de disolver todos los "yoes", pero
si se olvida de Sí Mismo vuelve a crear nuevos "yoes",
he ahí lo grave.
La
recordación de Sí Mismos, es algo interesante.
Cuando uno se recuerda a Sí Mismo, origina fuerzas
diferentes a las de sus semejantes: fuerzas distintas, fuerzas
que lo hacen a uno un sujeto completamente diferente a los
demás. Interesante resulta saber, pues, que quienes
crean tales fuerzas son distintos, que hasta sus potencias
de vida son distintas. Si colocáramos dos sujetos en
un lugar inhóspito, con mala alimentación, mal
ambiente, etc.; el uno, que jamás se acuerda de Sí
Mismo, que vive una vida mecanicista, y el otro, que siempre
se acuerda de Sí Mismo de momento en momento, que siempre
está acordándose de su propio Ser, que nunca
olvida a su Ser Intimo, pueden ustedes estar absolutamente
seguros que el primero moriría prontamente y que el
segundo viviría a pesar del ambiente inhóspito,
porque está rodeado de fuerzas distintas a los de los
demás.
Todo
el problema de la liberación se fundamenta en la transformación
y la transformación tiene por basamento el sacrificio.
Si observamos por ejemplo un huevo -sea el de una serpiente,
o sea el de un pájaro-, vemos allí posibilidades
latentes, susceptibles de desarrollo. Tales posibilidades
se vuelven un hecho mediante la transformación. El
fuego de las chimeneas, ese que nos calienta durante los días
de invierno, es el resultado de la transformación.
La digestión en nosotros, es todo un proceso de transformación
mediante el cual es posible existir. La transformación
del aire dentro de los pulmones, es otro proceso de transformación,
y si queremos transformarnos psicológicamente, necesitamos
transformar también las impresiones, es decir, transformar
la tercera clase de alimentos.
Repito:
todos los acontecimientos de la vida -que llegan a la mente-,
vienen en forma de impresiones. Estoy hablándoles a
ustedes, reunidos aquí en este salón, en este
Lumisial, ¿y qué es lo que está llegando
a la mente de ustedes? La impresión, una serie de impresiones:
ven a un hombre y lo escuchan. Esas impresiones les están
llegando a la mente, y en instantes en que les estoy hablando,
¿están seguros de que están digiriendo
esta impresión, esta impresión de ver a un hombre
que les está hablando, que les está dando Enseñanzas
Esotéricas? ¿Ya están ustedes en proceso
de digestión de lo que están recibiendo, o no?
Si ustedes no están en el proceso de digestión
o de transformación de esta impresión, la de
ver frente a ustedes a Samael Aun Weor, hablándoles,
están perdiendo el tiempo lamentablemente. ¿Por
qué? Porque no están digiriendo las impresiones,
porque no las están transformando. Si no se digiere,
no se transforma. En la ciencia de las transformaciones, existe
la digestión de las impresiones.
¿Cómo
hacen ustedes para digerir esta impresión? Me ven ustedes
aquí, dando una cátedra, y no deben olvidarse
de su propio Ser, que sea el Ser quien reciba las impresiones,
pasar toda la enseñanza al Ser, escuchar con el anhelo
de llegar al Ser.
Si
digieren las impresiones, comprenderán mejor la enseñanza.
Si no proceden así, están perdiendo el tiempo
y la cátedra esta resultaría totalmente inútil.
De manera que debemos empezar con hechos, porque aquél
que escucha la palabra y no la hace, es semejante al hombre
que se mira en un espejo y luego da la espalda y se retira.
No basta pues, escuchar la palabra; hay que "di-ge-rir-la"
y eso es precisamente lo fundamental.
¡Vean
ustedes cuán importante es ese evento que se llama
"impresiones"! No podemos vivir ni un segundo sin
las impresiones, ni una milésima de segundo.
Así
pues, vale la pena transformarlas en algo distinto: en poderes,
en luz, en fuego, en armonía, en belleza. Mas, si no
las transformamos -repito, aunque me haga cansón con
la repetición-, se convierten sencillamente en nuevos
agregados psíquicos, en nuevos "yoes".
Es
necesario que seamos más reflexivos. ¿Qué
somos nosotros, en realidad, de verdad? Así como nos
encontramos, sin digerir impresiones, creando nuevos "yoes"
de segundo en segundo, de instante en instante, no somos más
que simples máquinas controladas por los agregados
psíquicos.
Vivimos
en un mundo de gran actividad, donde todos creen que hacen
y nadie hace nada: todos nos su-ce-de, como cuando llueve,
como cuando truena. ¿Por qué? Sencillamente
porque no tenemos encarnado el Ser. Sólo el Ser puede
hacer; él hace y el verdadero Hombre es el Ser; pero
si la máquina actúa, actúa algo que no
es el Ser: está actuando un robot programado con una
computadora maravillosa que se llama "cerebro",
está actuando mecánicamente. Entonces no está
haciendo, está actuando -una cosa es hacer y otra es
actuar-. Cualquier máquina actúa, se mueve,
anda, cumple sus funciones, porque es máquina y está
programada para cumplir sus funciones, pero hacer es algo
distinto: sólo el Hombre puede hacer y el Hombre verdadero
es el Ser. Distíngase entre el Hombre verdadero, que
es el Ser, y la máquina, la máquina no es el
Ser.
Repito:
el animal intelectual es un robot programado y su cerebro
es una computadora maravillosa, una computadora que se sostiene
a sí misma, una computadora que matemáticamente
calcula, con exactitud precisa; una computadora que registra
las ondas visuales y las ondas sonoras, que registra lo exterior
y lo interior, que se abastece a sí misma. Es una computadora
"de primera", maravillosa, pero es eso y nada más
que eso: una computadora.
Después
de esa computadora viene el organismo físico y la computadora
lo utiliza para ir y venir, etc. Tal computadora está
en manos del Ego, no del Ser, y el Ego es el resultado de
muchas impresiones no digeridas. Entonces lo que actúa
aquí, en este mundo doloroso en que vivimos, es una
máquina provista de una gran computadora. Aquí
no está actuando el Ser, sino la máquina. Podemos
decir que la máquina es humana y el Ser es el Ser.
Pero,
¿qué es, en realidad de verdad, eso que llamamos
"vida"? Ciertamente, es como una película.
Sí, y cuando llega la hora de la muerte, regresamos
al punto de partida de esa película y nos la llevamos
para la eternidad. Al retornar, al regresar con este Ego,
uno lo hace con su película. Al reestructurarse con
un nuevo organismo, uno proyecta nuevamente su película
en la pantalla de la existencia. ¿Y qué proyecta?
Su vida. ¿Cuál? La de siempre, la misma que
tuvo en la existencia anterior; es decir, repite lo mismo
que hizo en la pasada existencia y en las pasadas existencias.
Todo eso que uno proyecta, de hecho está programado
-desde el nacimiento- en el cerebro.
De
manera que somos robots programados. El Ser no interviene
para nada en toda esa tragedia, él no se mete en esos
asuntos. El Ser de cada uno de nosotros se mueve libremente
en la Vía Láctea.
Existen
y viven aquí, en este "valle" doloroso de
la vida, un montón de sombras, provistas de organismos
físicos. ¿Y qué hacen esos organismos?
¡Nada! Se mueven mecánicamente, de acuerdo con
el programa que ha sido depositado en el cerebro; no digo
solamente en el cerebro físico, sino en los tres cerebros:
en el intelectual, en el emocional y en el motor. Y el Ser,
¿qué hace mientras nosotros estamos aquí
sufriendo, pasando trabajos, llorando, pasando trabajo para
conseguir con qué pagar la renta, con qué comprar
un traje, etc.? El vive dichoso en la Vía Láctea,
se mueve libremente en la Vía Láctea. Entonces,
¿qué es esta dolorosa existencia que nosotros
llevamos? ¡Pura ilusión, algo vano! Con justa
razón dicen los hindúes que este mundo es sólo
Maya, que este mundo es ilusorio, que no tiene ningún
valor.
Necesitamos,
repito, tener existencia real, porque todavía no la
tenemos. ¿Alguno de ustedes se preciaría de
tener existencia real? ¿Cuál de ustedes tiene
existencia real? No me digan que verdaderamente la tienen.
Yo no veo aquí sino máquinas que se mueven,
máquinas programadas, robots programados, nada más.
Claro, siempre necesitamos dejar de ser robots, y podemos
dejar de serlo. Pero para dejar de serlo, necesitamos eliminar
todos los agregados psíquicos, eso es obvio.
Así
que, ustedes ya saben que tenemos que eliminar los agregados
psíquicos, mas saber esto no es todo. Necesitamos dejar
de crear nuevos agregados y diariamente los estamos creando,
al no digerir las impresiones. Necesitamos digerir las impresiones,
transformarlas en fuerzas distintas para no crear nuevos "yoes",
y necesitamos digerir las viejas impresiones, las que dieron
origen a los "yoes" que actualmente tenemos. Eso
es posible a través de la reflexión, de la auto-reflexión,
y de la eliminación. Cuando uno digiere las viejas
impresiones que están depositadas en los cinco cilindros
de la máquina -en forma de hábitos, emociones
inferiores, pensamientos negativos, instintos depravados,
abusos sexuales, etc.-, entonces desintegra esos elementos
inhumanos, lo cual es obvio.
Así
que, no solamente hay que digerir las nuevas impresiones que
llegan a la mente, sino también las viejas impresiones.
Y se digiere -repito y aclaro- auto-observándonos de
instante en instante, de momento en momento.
Necesitamos
ejemplos y los voy a poner. Supongamos que de pronto, estamos
celosos. Un hombre descubrió que su mujer tiene otro
hombre, y claro, el "yo" de los celos saltó
ahí. ¿Qué hacer? Descubierto, hay que
comprenderlo, eso es obvio. La Ley de Recurrencia dice que
en una pasada existencia, el mismo triángulo existió.
Así pues, esos celos que se sienten se deben a una
impresión no digerida, no transformada. Si luego uno
trata de digerir aquélla impresión, dijéramos,
de transformarla en algo diferente; si uno por medio de la
reflexión llega a la conclusión de que los celos
son absurdos, de que no tienen sentido real, entonces hace
la digestión de esa mala impresión que viene
desde los antiguos tiempos. Cuando uno hace esa digestión,
pues está en las mejores posibilidades para la desintegración
del Ego. Solo faltaría la súplica, la súplica
a Devi Kundalini Shakty para que sea élla la que desintegre
ese Ego -resultado de una impresión no digerida-, y
al fin ese Ego de los celos se vuelve polvo.
Supongamos
que nos peleamos con otra persona, porque no nos quiere devolver
un dinero que nos hace falta, incuestionablemente se trata
de una impresión no digerida. Si en el momento en que
fuimos a cobrar el dinero no nos lo quiso pagar el deudor
y sentimos una gran contrariedad y el deseo de pelear con
ese caballero, entonces debemos ser lo suficientemente comprensivos
para al llegar a casa meditar, y así, estando en paz,
por medio de análisis reflexivos hacer la digestión
de esa mala impresión. No hay duda de que la Ley de
Recurrencia ha trabajado ahí, se dio el mismo caso:
le prestamos a ese mismo señor determinada cantidad
de dinero y no nos lo regresó. Y en la antepasada se
dio el mismo caso y en la trasantepasada lo mismo, y siempre
ha sucedido lo mismo, y debido a eso fabricamos un "yo"
de odio contra ese caballero. Ahora habrá necesidad
de digerir completamente esa mala impresión -que viene
de un remoto pasado y que se ha convertido en un "yo"-,
digerirla a través de la reflexión, comprendiendo
que esto del dinero es vano, ilusorio, y que a la hora de
la muerte no nos llevamos ni un centavo para la eternidad.
Cuando ya nos hemos hecho conscientes de eso, entonces suplicamos
a Devi Kundalini Shakty que desintegre ese Ego -que no es
más que el resultado de una serie de impresiones no
digeridas-, y es claro que la Madre Divina lo volverá
polvo y quedaremos libres de esa mala impresión.
Todos
nuestros "yoes" no son sino el resultado de impresiones
no transformadas, no digeridas. Desintegradas tales impresiones
no digeridas, las fuerzas aquéllas de las impresiones
se transforman en algo distinto: en Hidrógeno 24, 12
y 6, y queda uno limpio.
Así
que las impresiones pasadas y presentes deben ser transformadas
en fuerzas cósmicas y esto es posible no olvidándonos
de Nosotros Mismos, no olvidándonos de nuestro propio
Ser. Cuando uno no se olvida de Sí Mismo, cuando uno
vive en estado de alerta percepción, de alerta novedad,
entonces transforma esas impresiones en algo distinto.
Si
alguien consigue transformar la totalidad de sus impresiones,
será un verdadero Bienaventurado, porque el Ser quedará
en él y él en el Ser, y entonces tendrá
existencia real; entonces sí podrá hacer, porque
tendrá al Ser encarnado.
Así
como estamos, no somos sino robots programados. Esas impresiones
sin digerir quedaron depositadas en nuestros tres cerebros
y se repiten aquéllas impresiones de instante en instante,
de momento en momento y durante toda la vida. Esa es la mecánica
de la Ley de Recurrencia: una repetición de viejas
impresiones. ¿Creen ustedes que eso es agradable: ser
máquinas, hacer el papel de robots, no tener al Ser
encarnado, vivir así como sombras, en este "valle
de lágrimas"? ¿Creen ustedes que vale la
pena tener una existencia así? ¿Y qué
somos? ¡Sombras miserables, robots programados, programados
por las viejas impresiones del pasado! Todas las impresiones
de nuestras pasadas existencias que quedaron sin digerir,
han sido depositadas en nuestros tres cerebros y ahora se
repiten mecánicamente. De manera que parecemos verdaderos
robots, somos robots, moviéndonos mecánicamente
en este "valle de lágrimas".
¿Hasta
cuándo van a querer ustedes vivir convertidos en robots?
¿Hasta qué año, hasta qué fecha?
Reflexionen en esto, mis queridos hermanos, porque verdaderamente
es una lástima ser robot.
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