Todos
tenemos conciencia del paso del tiempo; envejecemos y morimos,
y no se puede "atrasar el reloj". Pero encontrarse
repentinamente en el pasado o en el futuro constituye una
experiencia desconcertante y asombrosamente común...
En
nuestra vida en este planeta hace falta un acontecimiento
importante para despertarnos de nuestro conformismo. Una zona
poco analizada de nuestra experiencia es la del tiempo, ya
que estamos condicionados desde la cuna hasta la tumba para
aceptarlo según ciertas normas: las de la cronología
de los relojes.
Desde
la infancia, nos enseñan a medir los meses y los años.
Se nos enseña a "saber la hora" , lo cual
significa el tiempo que mide el reloj más próximo.
Aprendemos a interpretar el calendario: éste mes es
septiembre, éste es mayo, cuándo empiezan y
terminan las estaciones... Pero esta forma de medir el tiempo
no es más que un práctico invento humano mediante
el cual el hombre primitivo sabía ya cuándo
debía alimentar al ganado, plantar las simientes o
cosechar. El reloj y el calendario no son más que mecanismos
que nos ayudan a ordenar nuestras vidas, a imponer una rutina
en el caos. Pero la cronología puede no ser la única
forma del tiempo; el cosmos produce, quizá, mecanismos
temporales de naturaleza muy distinta.
Es
posible que el conflicto entre este tiempo cósmico
o universal y la cronología humana sea la causa de
los extraordinarios fenómenos denominados "lapsus
temporales" o "saltos en el tiempo", en los
que dos aspectos o dimensiones de éste parecen funcionar
simultáneamente: el sujeto puede hallarse viviendo
en el presente y en el pasado (o, en algunos casos, en el
presente y en el futuro) al mismo tiempo. La experiencia suele
ser, por lo menos, desconcertante, y a veces confusa y alarmante.
El
Retorno De Los Monjes
Un ejemplo sorprendente de lapsus temporal le ocurrió
a la señora Turrell-Clarke, que vivía en Wisley-cum-Pyrford
(Surrey, Inglaterra). La señora iba en bicicleta por
una moderna carretera rumbo a la iglesia donde se celebraban
las vísperas, cuando bruscamente la carretera se transformó
en una senda campestre y le pareció que iba a pie.
Vio venir hacia ella a un hombre vestido como los campesinos
del siglo XIII, que se hizo a un lado para dejarla pasar.
En ese momento le pareció que ella llevaba un hábito
de monja.
Un
mes más tarde, la misma señora estaba en su
iglesia parroquial (había pertenecido a la abadía
de Newark, y sobrevivido milagrosamente a la disolución
de los monasterios) cantando con el coro que entonaba un canto
llano. Pero a la mitad del cántico vio, atónita,
cómo la iglesia "cambiaba" volviendo a su
estado original -piso de tierra batida, altar de piedra, ventanas
ojivales- y por el centro del edificio pasó una procesión
de monjes con hábitos pardos que entonaban el mismo
canto llano que cantaba el coro del siglo XX. En ese momento
la señora Turrell-Clarke se dio cuenta de que formaba
parte de un pequeño grupo que estaba en el fondo de
la iglesia y apenas tomaba parte en las ceremonias.
Algunas
veces, los saltos en el tiempo requieren un cierto tipo de
contacto físico. El 29 de mayo de 1973 una maestra
de Norwich, la señora Anne May, visitaba con su marido
el conjunto arqueológico de Clava Cairns (Inverness,
Escocia), que consta de tres losas sepulcrales de principios
de la edad del Bronce, entre los años 1800 y 1500 a.C.
El día era claro, soleado; los pájaros cantaban
y la señora May anduvo primero alrededor de las toscas
lápidas y después fue hacia el círculo
de monolitos que las rodean. Finalmente, se apoyó sobre
una de las losas y cerró los ojos un momento, intentando
lo que los yoguis llaman "perder un segundo" (un
momento totalmente en blanco). Cuando volvió a abrirlos
vio a un grupo de hombres que llevaban túnicas peludas
y pantalones constituidos por tiras de cuero cruzadas. Avanzaban
lentamente, y parecían arrastrar uno de los grandes
monolitos sobre el terreno. Notó, en particular, que
llevaban cabellos oscuros y muy largos. Esta curiosa visión
pudo haber durado más si no hubiese llegado un grupo
de turistas. Inmediatamente, la señora May volvió
al siglo XX.
Este
es un ejemplo muy claro de lo que parece suceder en los saltos
temporales. El sujeto estaba interesado por lo que le rodeaba,
pero no concentrado en ello; el salto ocurrió en un
lugar y un momento precisos -cuando su cuerpo tocó
el monolito-, y la transición del presente al pasado
fue tan instantánea como su inversión.
Saltos
Al Futuro
Tessa G. tuvo una dramática "audición"
procedente del futuro al visitar la Torre de Londres. Se trataba
de gritos de niños aterrorizados; el 17 de julio de
1974 -cuatro meses después una bomba explotó
en el mismo lugar hiriendo a 33 personas, muchas de ellas
niños.
Los saltos al tiempo futuro parecen ser casi tan frecuentes
como los que se refieren al pasado; la diferencia es que quienes
los experimentan suelen quedar mucho más aterrorizados.
Estas
experiencias de precognición parecen entrar dentro
de dos categorías: precognición mientras se
está despierto y precognición en sueños.
La segunda puede incluir también sueños repetidos
premonitorios, pero son más comunes los sueños
aislados. El tema puede ser de naturaleza trivial o trágica.
Curiosamente; los acontecimientos dramáticos de la
vida parecen no tener prioridad: se dan en aproximadamente
la misma proporción que los demás.
Es
bastante común que en los sueños aparezcan lugares
concretos desconocidos para el que sueña. El individuo
puede encontrarse con la misma escena más tarde, y
en consecuencia el sueño será considerado como
una precognición. Sin embargo, puede no ser éste
el caso. Parece ser que la mente a menudo registra información
subconscientemente, a través de escenas que se ven
en la vida real y que más tarde son olvidadas excepto
en los sueños. Luego, cuando el lugar verdadero aparece
en la vida real, se cree que ha sido anunciado de una forma
precognitiva a través del sueño.
La
incidencia que tienen los sueños premonitorios supera
la de la precognición en estado consciente. Ésta
es muy común, casi siempre involuntaria, y se da frecuentemente
en un corto período de tiempo antes de que se produzca
el acontecimiento anunciado. Constituye una predicción
más que una premonición, y suele tener por objeto
sucesos de escasa importancia. Sin embargo, cuando predicen
acontecimientos dramáticos, éstos son precisos
e inequívocos. El tiempo transcurrido entre la experiencia
de precognición y su cumplimiento suele ser corto,
cuestión de horas o días.
Uno
de los casos más sorprendentes de precognición
de un acontecimiento dramático le ocurrió a
la señorita R. H. Hodgskin, de Birmingham (Inglaterra),
y a una amiga suya a la que llamaremos Tessa G. El 20 de abril
de 1974 las dos estaban pasando el día en Londres y
decidieron visitar la Torre. Todo estaba tranquilo y en la
"White Tower", que alberga el museo de armas antiguas,
sólo había unos cuantos turistas como ellas.
Tras
haber pasado un rato contemplando las armas, las dos amigas
empezaron a encontrar la atmósfera de los calabozos
deprimente, y decidieron volver afuera. Habían subido
la mitad de las escaleras cuando Tessa se volvió hacía
su amiga y le dijo: "Oigo chillar a unos niños."
La señorita Hodgskin no oyó nada, excepto un
ligero murmullo de conversación en la parte de abajo,
y así se lo dijo a su amiga. Tessa empezó a
inquietarse y elevó el tono de voz. "No -dijo-
oigo a unos niños gritar y dar voces." Su amiga
no conseguía oír nada anormal, y cada una de
ellas pensó que los sentidos de la otra funcionaban
mal. Sin embargo, Tessa G. estaba evidentemente convencida
de que había oído los gritos de los niños,
y quedó bastante desconcertada. Finalmente, el punto
muerto en el que estaban se resolvió saliendo al exterior
en busca de una reconfortante taza de té. El asunto
fue olvidado por el momento.
Unos
pocos meses después, explotó una bomba terrorista
en la "White Tower", matando e hiriendo gravemente
a una serie de personas, incluidos varios niños.
¿Qué
es lo que oyó Tessa? ¿Sonidos de dolor y terror
provenientes del sombrío pasado de la Torre de Londres?
¿O la agonía de unos niños que iban a
sufrir en aquel mismo lugar unos meses después? Esta
segunda explicación parece más probable, aunque
no hay ningún medio de confirmar o refutar la cuestión.
La
frecuencia de casos de precognición es bastante alta.
La predicción tiene una historia casi tan larga como
la de la raza humana, y los profetas siempre han tenido cierta
fama, aunque, como indica el refrán, "nadie es
profeta en su tierra". En realidad. cuando las profecías
han sido pesimistas (y exactas) se ha demostrado que ver en
el futuro constituye una experiencia peligrosa. Sin embargo,
la precognición se sigue produciendo y no parece estar
sujeta al control humano. Quizás un día podremos
aprender a controlarla.
¿Fenómenos
Eléctricos?
Algunos
saltos en el tiempo parecen relacionarse con posibles experiencias
de reencarnación; otros con lo que se consideraban
apariciones de fantasmas; otros con percepciones extrasensoriales.
Todos parecen funcionar de forma natural, y. sin embargo la
mayoría de la gente los relega al reino de lo "sobrenatural".
Pero lo "sobrenatural" en realidad no existe ya
que cualquier suceso que tenga lugar en el Universo natural
en el que vivimos debe tener orígenes naturales. Si
no podemos explicar un fenómeno basándonos en
las leves conocidas de la naturaleza, esto quiere decir que
nuestra información es incompleta. ¿Quién
podía explicar el mecanismo de un eclipse antes de
que se conocieran los verdaderos movimientos de los planetas?
Sin
embargo, el conocimiento del mecanismo de los saltos en el
tiempo todavía se nos escapa; de momento sólo
podemos examinar las pruebas y buscar denominadores comunes
entre las experiencias vividas hasta ahora -y posiblemente
buscar relaciones con las conocidas leves de la física.
Hasta
el momento, se han descubierto los siguientes factores comunes:
Un
factor inicial que pone en marcha el fenómeno.
Comienzo
brusco de la experiencia.
Una
sensación de estar viviendo en dos zonas de tiempo
a la vez.
Una
sensación de sentirse una parte integral de la experiencia
o un participante en la acción.
Ausencia
de sonido desde el principio al final de la experiencia.
A
menudo se menciona la existencia de una marcada diferencia
entre las condiciones normales de luz y las que se observan
durante la experiencia: se habla frecuentemente de "luz
plateada".
Según
se ha dicho, parece ser que se producen determinados efectos
físicos cuando tienen lugar los viajes por el tiempo;
el sujeto ve y oye de una forma anormal, y experimenta una
sensación de desorientación o distanciamiento.
En algunas ocasiones, la gente ha manifestado haber sentido
comezón o náuseas justamente antes de experimentar
su viaje por el tiempo; esta reacción es idéntica
a la que suelen sentir algunas personas particularmente sensibles
ante la inminencia de un terremoto o de una tempestad. (Es
interesante señalar que varias de las sensaciones descritas
pueden también anunciar la presencia de apariciones
o de otros fenómenos paranormales.) Cierta mujer describió
"una comezón en los brazos y en las piernas, una
sensación de estar "enchufada"". Y puede
que no anduviera desencaminada, ya que existen indicios de
que en muchas experiencias paranormales interviene cierto
tipo de actividad eléctrica.
Un
"enchufe" o un contacto con un objeto parece haber
sido la causa que provocó la experiencia de Anne May,
como si hubiera pulsado un interruptor. Varias personas han
utilizado en sus relatos esos mismos términos al describir
sus experiencias individuales. Es como si el objeto que inicia
el proceso (en el caso de Anne May, la piedra) tuviera en
sí mismo el poder de invocar esa confusión.
Efectivamente,
si la operación de los viajes en el tiempo se debe
a una transmisión de información del pasado
o el futuro hacia el presente, esa información debe
existir ya en algún sitio. Quizá cada uno de
los componentes del mundo en que vivimos está continuamente
transmitiendo información acerca de sí mismo
(acerca de su forma, color, textura, situación, etc.)
por medio de "ondas" todavía desconocidas
por la ciencia. Parte de esta información puede ser
recibida y absorbida por el material que hay a su alrededor
y, cuando las condiciones son propicias, puede ser retransmitida
por el receptor.
Cualquier
ser humano, situado en la zona donde existe la información
y cuyo cerebro esté en ese momento operando en la misma
frecuencia, puede registrar una impresión acústica
o visual procedente de la "onda" enviada por el
primero que hizo la "emisión". Así
pues, nosotros mismos en momentos de gran emoción o
de tensión podemos estar lanzando al aire señales
que serán recibidas dentro de años (o siglos)
por alguna persona sensible. La mayoría de las apariciones
(aunque quizá no todas) podrían ser atribuidas
a este tipo de mecanismo.
Pero,
¿en qué consisten estas misteriosas ondas que
tienen el poder de transportar imágenes y sonidos a
través del tiempo? No lo sabemos. Sin embargo, es un
hecho físico comprobado el que todos los objetos irradian
ondas electromagnéticas. Las ondas de la luz, que nos
permiten percibir el mundo que nos rodea, son sólo
un ejemplo; las ondas de radio, los rayos infrarrojos y ultravioletas,
los rayos X y los rayos gamma tienen todos naturaleza electromagnética.
La mayoría de estas radiaciones invisibles fueron descubiertas
en el siglo pasado; ¿quién puede saber qué
tipos de radiaciones están esperando todavía
a ser descubiertas?
La
fascinante rama de la física llamada mecánica
cuántica postula que los electrones en los átomos
(y nuestro Universo está construido sobre el átomo)
se mueven de acá para allá en el tiempo con
idéntica facilidad que en el espacio. Quizá
entonces sea posible que la información acerca del
futuro penetre en el presente a través de un determinado
mecanismo aún desconocido.
El
Futuro Está Aquí
El capitán Flowerdew tuvo de niño una curiosa
experiencia. Al recoger una piedra rosada de una playa "recordó"
una ciudad desierta construida con piedras rosadas, donde
"él" había muerto en una batalla hacía
siglos. Recordó el nombre de la ciudad cuando vio en
un programa de televisión las ruinas de la antigua
Petra, en Arabia.
Pero si tal información puede regresar de el futuro,
entonces ese futuro debe existir ya en algún sitio
y en una determinada forma. Y puede ser también que
nosotros mismos -y de hecho todo material compuesto de átomos
llevemos con nosotros las semillas de nuestro propio porvenir.
El
comportamiento individual de las partículas atómicas
es impredecible, pero sí es posible prever cómo
actuarán en masa. Dicho en otras palabras: todos los
acontecimientos parecen estar predeterminados por causa y
efecto. Quizás la idea del destino surgió a
partir de un conocimiento instintivo de este hecho: de que
somos lo que somos y hacemos lo que hacemos porque estamos
formados genéticamente de una determinada manera.
Si
esto fuera siempre cierto, nosotros y toda la historia humana
estaríamos en realidad predestinados, y nuestro futuro
ya establecido de forma ineludible. Sin embargo, parece ser
que en cierto modo tenemos la facultad de alterarlo -al menos
en algunas ocasiones- ejerciendo nuestra propia voluntad.
Por
lo tanto, cuando tenemos experiencias de precognición
en sueños o despiertos, puede que estemos recibiendo
de una materia que ya existe (personas, animales, edificios,
etc.) información acerca de su propio desarrollo futuro.
Es probable que tal información, a corto plazo, resulte
ser verdad, aunque no a largo plazo, ya que al transcurrir
un período más largo de tiempo existen mayores
posibilidades de que la voluntad humana intervenga en el proceso
de causalidad.
Sin
embargo, hay que decir que estos casos no son muy corrientes.
Los viajes al pasado no siempre pueden ser debidos a las "grabaciones"
de acontecimientos pasados, aunque sin duda este mecanismo
es el que explica un gran número de casos. Varias personas
han afirmado haberse visto envueltas activamente en acontecimientos
históricos. Mientras la señora D. Dove se encontraba
paseando cerca de Bootham Bar, en York, se vio de repente
transportada al pasado cuando un rayo de sol golpeó
un escudo de armas colocado en la entrada medieval de la ciudad.
Su conciencia del presente desapareció de pronto y
se vio envuelta en una escena medieval: vio una gran multitud
y un grupo de hombres montados a caballo que despejaban el
camino para dejar paso al importante personaje que les seguía.
Entonces el sol sé escondió, y la brillante
escena desapareció. ¿Sería posible que
la misma puerta hubiera "grabado" esta escena de
su propio pasado y que las especiales condiciones de luz provocadas
por el repentino destello hubieran puesto en marcha el play-back?
Si esto fuera así, ¿por qué la puerta
"escogió" esta escena entre los millones
de acontecimientos que tenía grabados? Y, ¿por
qué la escena no fue presenciada y confirmada por el
resto de las personas que estaban presentes en el York del
siglo XX? ¿Contenía acaso esa escena en concreto
una especial significación para la señora Dove,
por ejemplo el recuerdo espontáneo de una vida pasada?
Sintonizar
Con El Tiempo
El
cerebro humano funciona eléctricamente; existen diferencias
entre un cerebro y otro, y no todos operan exactamente con
las mismas frecuencias. Es posible que las personas especialmente
sensibles a los fenómenos psiquícos sintonicen
con ondas del pasado o del futuro debido a una mera casualidad,
simplemente por el hecho de que la actividad de su propio
cerebro se halla en la frecuencia correcta en el momento preciso.
También
es cierto que muchas experiencias extrañas relacionadas
con el tiempo pueden ser debidas a alucinaciones. El sistema
de memoria del cerebro todavía no se conoce por completo,
y la mente subconsciente ha resultado ser muy compleja; los
sueños y la hipnosis revelan un nivel de creatividad
inaccesible en la mente consciente. Y también el alcance
completo de la herencia genética es todavía
un enigma. Sin embargo, cuando todas las posibilidades han
sido consideradas y eliminadas, permanece un gran número
de experiencias inexplicables o sólo explicables por
la hipótesis del campo de fuerza electromagnética
que cada ser humano posee, y a través del cual proporciona
y recibe información. Si es verdad que el cerebro que
recibe datos eléctricos desde fuentes externas es capaz
de traducirlos en imágenes y en sonido, entonces sabremos
el porqué de muchos de los fenómenos psíquicos,
incluidos los saltos en el tiempo.
Dos
Visiones Del Tiempo
J. W. Dunne afirmaba en su libro "Un experimento con
el tiempo", publicado en los años veinte, que
1a cronología no era la única forma que podía
adoptar el tiempo. La mayor parte de sus teorías se
basaban en sus propios sueños, que eran con frecuencia
precognitivos: Dunne terminó por darse cuenta de que
eran una mezcla de presente, pasado y futuro.
Aunque
comprendió que había hecho un importante descubrimiento,
cometió el error de creer que su experiencia era única.
Y aunque captó el concepto de la precognición,
no logró entenderlo, y concibió una idea del
tiempo como dimensión cuyo desarrollo conducía
a un callejón sin salida.
Pero
fueron los trabajos de Dunne los que inspiraron a otro gran
investigador del tiempo del siglo XX, el escritor J. B. Priestley,
cuyo interés por el tema se refleja en sus obras teatrales
(Esquina peligrosa, La herida del tiempo, Llama un inspector,
etc.). Priestley consideraba el tiempo como un proceso dividido
en tres segmentos: tiempo Uno, el tiempo del reloj; tiempo
Dos, el tiempo del futuro posible; tiempo Tres, el tiempo
de la imaginación creadora. Su ensayo El hombre y el
tiempo contiene fascinantes intuiciones acerca de la posible
naturaleza del tiempo. Afirmaba que el tiempo cronológico
es sólo una invención para explicar la forma
en que los acontecimientos se suceden; o sea: es únicamente
un concepto dependiente de la idea de causalidad. Y si, como
sugirió C. G. Jung, la acausalidad es uno de los principios
rectores del Universo, no hay razón para que el tiempo
no haga todos los trucos que le dé la gana...
Fuente
: http://mundoparanormal.iespana.es
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