*
De Rafael Embid
Del libro "Meditación y Mantras" del Swami
Vishnú Devananda.
La meditación no llega facilmente. Los árboles
crecen con lentitud. Hay que
esperar la floración y la maduración del fruto,
antes de disfrutar de éste. La
floración de la meditación es una paz inexpresable
que impregna todo el Ser. Su
fruto es la dicha del estado de superconciencia, el cual es
indescriptible
porque uno se funde con Ello, sin que quede nadie para describir
la experiencia.
La mente no se encuentra verdaderamente satisfecha en ningún
lugar, desde el más
bajo hasta el más excelso, excepto en el propio interior,
cuando se abstrae del
mundo y toca el silencio interno.
La
mente ¿dueña o sierva?
Los
hombres nos precipitamos en búsqueda de experiencias
desconocidas, pero
todos los lugares del mundo son iguales. El único sitio
donde puede encontrarse
alguna diferencia es en la mente, la cual nos acompaña
donde quiera que vamos.
Unicamente tras largos años de abstraer la mente del
mundo externo, uno puede
alcanzar un destello de paz inefable. No existe ningún
modo fácil de lograrlo;
que nadie espere conseguirlo en diez lecciones, como a menudo
se ofrece hoy en
occidente.
Muchos
de los científicos occidentales no comprenden bien
la teoría de la mente
sobre la materia. A menudo relacionan el control de la mente
con instituciones
mentales, drogas y técnicas de biofeedback. No se dan
cuenta de que el alma está
por encima del cuerpo y de la mente, las cuales utiliza para
su expresión y
evolución. Hasta que no se comprenda el poder del alma
sobre todos los objetos
animados e inanimados, existirá una creciente confusión
en el mundo científico.
Tanto el cuerpo como la mente han de adaptarse constantemente
a las nuevas
situaciones del entorno, así como a nuevos niveles
de conciencia para que el
hombre evolucione y alcance la liberación final.
En
la tradición occidental, a menudo la conducta del cuerpo
se relaciona
unicamente con las leyes aceptadas de la naturaleza física.
Experiencias tales
como la proyección astral, ver sin ojos, oír
sin oídos, comunicarse
telepticamente o doblar una cuchara con las vibraciones del
pensamiento, se
consideran comúnmente como algo que sobrepasa las posibilidades
de aceptación
racional. Sin embargo, el meditador que sintoniza con sus
facultades intuitivas
experimenta ocasionalmente estos fenómenos y por lo
tanto los acepta con
facilidad. En realidad no son más milagrosos que la
proyección de la imagen y
del sonido a lugares distantes mediante las ondas de radio.
El control
voluntario sobre el corazón y otras funciones tenidas
por involuntarias, así
como la percepción extra-sensorial, los viajes astrales,
el cuerpo astral con
sus nadis, prana y Kundalini, son hechos aceptados comúnmente
en el sistema de
vida y en el pensamiento orientales.
La
mente, si uno sucumbe a su control, se convierte en un estricto
capataz.
Insiste en que saltemos cuando ella dice "salta",
que comamos cuando dice
"come". Si desea un cigarrillo nos empuja a salir
fuera y conseguirlo sin que
importen los inconvenientes. Sus deseos son insaciables y
cada deseo satisfecho
puede dar lugar a cien más...
...
Uno debe ser cauteloso. Un solo deseo puede multiplicarse
y destruir las
mejores intenciones. El secreto para conquistar la tiranía
de la mente es no
prestarse al juego. Controlando constantemente las ondas del
pensamiento, u
observándolas sin identificarse con ellas, es posible
reducirlas y finalmente
detenerlas. Cuando estas ondas se aquietan durante la meditación,
se revela el
verdadero Ser y uno experimenta la Conciencia Cósmica.
La realización de la
Unidad de toda existencia, manifestada e inmanifestada, es
el objetivo de la
existencia humana.
La
Unidad existe ya. Es nuestra verdadera naturaleza, pero ha
sido olvidada a
causa de la ignorancia. La principal aspiración de
cualquier práctica espiritual
no es otra que hacer desaparecer el velo de la ignorancia,
la idea de que
estamos confinados por el cuerpo y la mente. Si se enciende
la luz en una
habitación oscura, la oscuridad desaparece instantáneamente
y toda la estancia
se ilumina. Si se destruye la identificación con el
cuerpo y la mente, a través
de una meditación constante en el Ser, la ignorancia
s desvanece y puede verse
en todo lugar la luz suprema del Atman..
*
De Martin Zabala
Basado
en una plática sostenida durante un retiro con meditadores
vietnamitas por Venerable
U Silananda
Durante
la meditación de la atención plena, en sus diferentes
tipos, tales
como la meditación sentado o caminando, los yoguis
pueden encontrar
distracciones que surgen en sus mentes e impiden que puedan
mantener la
atención plena y la concentración. Sería
muy benéfico si los yoguis supieran
lidiar con estos pensamientos que distraen. Somos afortunados
que el Buddha
dio un sutta, corto pero poderoso, sobre este tema. Este sutta
está en el
Majjhima Nikàya (Sutta No. 20), y el Comentario del
sutta ha sido traducido
por Soma Thera en la colección "The Wheel Series"
(No.21), publicada por la
Sociedad de Publicaciones Buddhistas (Buddhist Publication
Society, Kandy,
Sri Lanka).
El
término 'pensamientos que distraen' aquí significa
pensamientos
conectados con avidez, odio e ignorancia, los cuales son pensamientos
insanos o no benéficos que pueden surgir en conexión
con objetos de nuestra
consciencia. En este sutta, el Buddha da cinco maneras o métodos
para lidiar
con ellos. El sutta fue pronunciado cuando el Buddha estaba
en Sàvatthì en
el bosquecillo de Jeta, parque de Anàthapiäðika.
El
Buddha empezó el sutta así: "Monjes, cuando
un monje está buscando la
Consciencia Superior, puede prestarle atención de vez
en cuando a cinco
medios o métodos. ¿Cuáles son éstos
cinco?"
'Consciencia
Superior' aquí significa el alcanzar estados de absorción
o
jhànas. Así un monje o un yogi que intenta alcanzar
estados de absorción o
jhànas debe reflexionar en estas cosas de vez en cuando,
es decir, cuando
surjan pensamientos que distraen. Aunque el sutta está
dirigido a monjes y
yogis que intentan alcanzar estados de jhànas, es igualmente
efectivo para
aquellos que practican la meditación vipassanà.
Buddha
continua: "Cuando, debido a algunas formas (nimitta)
en que uno está
poniendo atención, surgen en uno, pensamientos no benéficos,
perjudiciales,
conectados con deseo, odio o ignorancia, entonces él
debería poner atención
en algunas otras formas (nimitta) diferentes que aquellas,
conectadas con lo
que es benéfico (kusalùpasaçhita). Cuando
él pone atención en algunas otras
formas diferentes que aquellas, conectadas con lo que es benéfico,
entonces
los pensamientos no benéficos, perjudiciales, conectados
con deseo, odio o
ignorancia son abandonados; ellos cesan. Con el abandono de
ellos, su mente
se estabiliza, se tranquiliza, se unifica y se concentra."
El
primer método que nos da el Buddha es el de reflexionar
en el mismo
objeto de manera diferente o recurrir a algunas otras formas.
Si, al
reflexionar en cierto objeto, surgen en el yogi pensamientos
conectados con
deseo, odio o ignorancia, él o ella debe reflexionar
en ese mismo objeto de
una manera diferente que esté conectada con lo que
es provechoso (kusala) o
en modos diferentes que ayuden a que surjan pensamientos sanos.
El
Comentario aquí explica nimitta como causa, y kusalùpasaçhita,
algo que
depende de kusala (conectado con lo que es benéfico)
como algo que debería
depender de kusala (kusalena nissitaç nissayitabbaç.
Subcomentario). Esto
es, algo que es la causa de kusala.
Aquí
'otras formas' significa el desarrollo de la percepción
de repugnancia
(desagradable) cuando surgen pensamientos conectados con deseo
respecto a
seres vivos, y poniendo atención a la impermanencia
cuando surgen con
respecto a cosas inanimadas; el desarrollo del amor benevolente
cuando
surgen pensamientos conectados con odio respecto a seres vivos,
y poniendo
atención a los elementos cuando surgen con respecto
a cosas inanimadas;
apoyándose en cinco cosas cuando surgen pensamientos
conectados con la
ignorancia respecto a seres o cosas.
Pueden
surgir pensamientos de deseo tanto respecto a objetos animados
como
inanimados. Para un hombre, el objeto de una mujer puede causar
que surjan
pensamientos de deseo, y para una mujer, pensar en un hombre
puede causar
que surja deseo en ella. Objetos inanimados, tales como cosas
lujosas, por
ejemplo, puede causar que surjan pensamientos de avidez y
deseo. Cuando
tales pensamientos surgen, los yogis deben reflexionar en
tal objeto de
manera diferente, esto es, deben tratar de ver ese objeto
desde un ángulo
diferente, desde un punto de vista diferente. Los yogis pueden
tener
pensamientos de deseo, apego, o lujuria porque piensan en
una persona
deseada como amable y hermosa. Para deshacerse de estos pensamientos
conectados con deseo, deben contemplar lo desagradable de
esa persona; deben
contemplar lo que es llamado el aspecto repugnante del cuerpo.
Cuando los
yogis contemplan los detalles del cuerpo de una persona de
manera
superficial, tienden a surgir pensamientos de deseo.
Para combatir esta tendencia, uno debe ver de qué está
realmente compuesto
el cuerpo de una persona. Los constituyentes reales que componen
el cuerpo
de una persona son cosas tales como pelo, vello, uñas,
dientes, piel,
órganos, sangre, bilis y otras partes que no sólo
no son hermosas sino que
son desagradables, despreciables y repulsivas. Así,
en lugar de mantenerse
en la superficie exterior de la persona deseada, los yogis
deben dirigir su
atención a las diferentes partes del cuerpo y verlas
como repugnantes y
desagradables. De esta manera, podrán deshacerse de
pensamientos de deseo
conectados con esa persona.
Si
surgen pensamientos conectados con el apego con respecto a
cosas, un yogi
debe contemplar la temporalidad (o impermanencia) de esas
cosas. Si, por
ejemplo, surgen pensamientos de apego a un carro o a una casa,
él o ella
deben contemplar ese objeto como impermanente, sujeto a la
decadencia y
disolución dentro de poco tiempo. Cuando un yogi se
da cuenta de que todas
las cosas son impermanentes, de que todas las cosas duran
sólo temporalmente
y son de corta duración, entonces perderá el
apego hacia esos objetos.
Si
surgen pensamientos de odio con relación a alguien,
los yogis deben
deshacerse de esos pensamientos practicando amor benevolente
hacia la
persona odiada. El amor benevolente es el antídoto
para el odio y la mala
voluntad. Los yogis deben tratar de enviar pensamientos de
benevolencia
hacia la persona con la que están enojados para remover
esos pensamientos de
enojo que distraen. Uno puede también pensar en los
cuatro elementos en
conexión con el enojo. Los yogis deben tratar de comprender
a todos los
seres como una combinación de los cuatro elementos,
y tratar de preguntarse
si están enojados con el elemento tierra o con el elemento
agua o con el
elemento fuego o con el elemento aire. Cuando los yogis se
hacen tales
preguntas, se dan cuenta que no es posible estar enojado contra
cualquiera
de los cuatro elementos, y así, esos pensamientos desaparecerán.
Cuando
surgen pensamientos de enojo con respecto a cosas tales como
a un tocón de
árbol o una rama o cualquier otra cosa, entonces
los yogis definitivamente deben prestar atención a
los cuatro elementos, y
hacerse preguntas como: "¿Con quién estoy
enojado? ¿estás enojado con el
elemento tierra o con el elemento agua? ¿quién
es él que está enojado? ¿es
el elemento tierra o el elemento agua?" Cuando se hacen
estas preguntas, el
enojo se desvanecerá.
Si
durante la meditación surgen pensamientos dominados
por la ignorancia en
conexión con algún fenómeno, entonces
es sabio acercarse a un conocedor,
como un monje o una persona que sigue el Dhamma, y pedirle
su consejo. Aquí
'ignorancia' significa confusión, indecisión
o falta de conocimiento sobre
un objeto.
Aquí
el Comentario da cinco medios para remover los pensamientos
dominados
por la ignorancia en cualquier circunstancia. Estos son:
Vivir
bajo la guía de un maestro respetable,
Aprender
las Enseñanzas,
Averiguar
el significado de la Enseñanza aprendida,
Escuchar
pláticas del Dhamma en momentos convenientes, y
Averiguar
qué son causas y qué no son causas.
Al
seguir estos consejos, un yogi seguramente podrá remover
pensamientos
conectados con la ignorancia. (Estos son llamados 'apoyarse
en cinco cosas'
en el Comentario).
Así
tenemos el primer método dado por el Buddha para contrarrestar
los
pensamientos que distraen. Con este método de ver un
objeto de una manera
diferente, desde un ángulo diferente, los pensamientos
no benéficos pueden
ser eliminados. Con su eliminación, la mente se mantiene
firme, estable, se
unifica y se concentra, y permanece en el objeto de meditación.
El
segundo método fue dado por el Buddha como sigue: "Si,
mientras él está
poniendo atención en algunas otras formas diferentes
a las primeramente
mencionadas, conectadas con lo benéfico, y aún
así surge el mal en él,
pensamientos no benéficos conectados con el deseo,
con el odio y con la
ignorancia, entonces él debería examinar el
peligro en esos pensamientos
así: 'Estos pensamientos son tales que no son benéficos,
que son
censurables, que resultan en sufrimiento'. Cuando él
examina el peligro en
tales pensamientos, entonces todo mal, pensamientos insanos
conectados con
el deseo, con el odio y con la ignorancia le abandonan; se
apaciguan. Con el
abandono de ellos, su mente se estabiliza, se tranquiliza,
se unifica y se
concentra."
El
segundo método consiste en ponderar las desventajas
de los pensamientos
no benéficos, encontrar la falta en los pensamientos
insanos. El primer
método es ver el objeto desde diferentes ángulos,
y ahora, el segundo método
es ver la falta en los pensamientos que distraen. Aquí
el Buddha se refiere
a la ley del kamma. Si uno sigue los pensamientos de avidez,
odio e
ignorancia, y si se permite un mayor desarrollo de estos pensamientos,
entonces uno puede llegar a cometer transgresiones, a romper
las reglas
morales de conducta, y cometer otras acciones insanas (akusala).
Como
consecuencia, uno podría renacer en alguno de los cuatro
estados de
desgracia. Los yogis deben contemplar que estos pensamientos
conectados con
la avidez, el odio y la ignorancia nunca enviarán a
una persona a una mejor
existencia. Por el contrario, la arrastrarán hacia
los cuatro estados de
desgracia. Un yogi debe pensar, "Si alimento estos pensamientos,
sufriré
mucho en un estado de desgracia". Los pensamientos
conectados con la avidez, el odio y la ignorancia son llamados
insanos,
akusala, en pali. Akusala tiene la característica de
ser censurable y de dar
resultados dolorosos a través de la operación
de la ley del kamma. Es por
ello que los yogis no deberían alimentar tales pensamientos
en sus mentes -
tales pensamientos son peligrosos y conducen a la miseria.
Al comprender
correctamente los pensamientos insanos (akusala), estos pensamientos
pueden
ser eliminados. Si un yogi no puede pensar sabiamente por
sí mismo, él o
ella debería buscar ayuda de un maestro, de un compañero
meditador, o de un
grupo de meditadores. Cuando los pensamientos que distraen
son eliminados
por cualquiera de los medios mencionados, la mente se mantiene
firme,
estable y se unifica y concentra. Entonces la mente puede
estar en el objeto
de meditación.
El
tercer grupo de instrucciones dadas por el Buddha es: "Si,
al examinar el
peligro en estos objetos, aún surge el mal en él,
pensamientos no benéficos
conectados con el deseo, con el odio y con la ignorancia,
debe intentarse
olvidarlos y no prestar atención a estos pensamientos.
Cuando él trata de
olvidar estos pensamientos y practica la no-atención
a ellos, entonces
cualquier mal, pensamientos no benéficos conectados
con el deseo, con el
odio y con la ignorancia, le abandonan, se apaciguan. Con
el abandono de
ellos, su mente se estabiliza, se tranquiliza, se unifica
y se concentra."
La
tercera manera de remover los pensamientos que distraen es
esforzarse en
no prestarles atención o reflexionar en ellos. Esto
significa ignorarlos. Si
al pensar en algo, surgen pensamientos de deseo, odio o ignorancia,
entonces
uno no debería pensar en esa cosa. Algunas veces, esto
puede tomar la forma
de desear alcanzar algo en el campo espiritual a través
de la meditación, y
este deseo puede distraer al meditador del objeto de meditación.
Esto ocurre
con frecuencia a personas que han llegado a ciertos niveles
del conocimiento
y desarrollo de la visión cabal (vipassana), pero que
no pueden avanzar más
porque tienen demasiadas expectativas o porque ponen demasiada
energía para
conseguir más. En esencia, ellos son ávidos
de desarrollo espiritual.
Durante días, pueden ser incapaces de hacer ningún
progreso. En tales casos,
lo mejor es no prestar atención a la meditación,
o mejor suspender
temporalmente la meditación y pensar en algo diferente.
Esto es aconsejado
en el Comentario de este sutta (aññavihitakena
bhavitabbaç). Si uno no puede progresar porque
está ansioso por obtener logros, uno debería
dejar la meditación a un lado.
Uno puede hablar con otras personas o hacer algún trabajo
o simplemente irse
a dormir. También es sugerido en el Comentario que
pueden leer o recitar
algo que hayan aprendido de memoria. La meditación
debe dejarse a un lado
por algún tiempo para remover los pensamientos que
distraen, y cuando estos
pensamientos son removidos, el yogi debe regresar a la meditación.
El
Comentario da más consejos detallados al respecto.
Si los yogis no tiene
libros para leer, pueden abrir su equipaje (bolsa) y poner
atención a lo que
contiene su equipaje, recordando mentalmente el nombre de
los objetos: éste
es un monedero, estas son unas pinzas, esto es un jabón
y así sucesivamente.
O los yogis pueden remendar sus ropas o hacer alguna otra
tarea simple,
tales como reparaciones en el monasterio. Pero los yogis deben
tener cuidado
de no hacer demasiado y por ello, alejarse también
demasiado de la
meditación - ¡en el monasterio siempre hay mucho
trabajo por hacer! La clave
de este método es simplemente ir más despacio
e ignorar por un tiempo la
meditación. Un maestro de meditación puede decir
a un yogi que riegue las
plantas o lave algo para hacer que el yogi vaya más
despacio durante cierto
tiempo. De esta manera un yogi es disuadido de ir demasiado
rápido; el
maestro quiere que el esfuerzo y la energía del yogi
para la concentración
disminuyan un poco, para que la práctica de la meditación
sea balanceada.
El
cuarto método del Buddha es como sigue: "Si, cuando
él trata de olvidar
esos pensamientos y no ponerles atención, aún
surge mal en él, pensamientos
no benéficos conectados con el deseo, con el odio y
con la ignorancia,
entonces él debería prestar atención
a la causa de la causa de los
pensamientos (vitakka-saækhàra-saäåhàna).
Cuando pone atención a la causa de
la causa de estos pensamientos, cualquier mal, pensamientos
no benéficos
conectados con el deseo, con el odio y con la ignorancia se
abandonan; se
apaciguan. Con el abandono de ellos, su mente se estabiliza,
se tranquiliza,
se unifica y se concentra."
La
expresión pali vitakka-saækhàra-saäåhàna
en el sutta es explicada en el
Comentario así: "Aquello que forma es saækhàra;
significa condición, causa o
raíz (fuente). Algo en el cual alguna otra cosa existe
es saäåhàna. Saäåhàna
de vitakka-saækhàra es vitakka-saækhàra-saäåhàna".
Aquí saäåhàna también
significa una causa o condición, así la expresión
entera significa "la causa
de la causa de pensamientos". Lo que aquí se quiere
decir es que uno debería
prestar atención a la causa y la causa de la causa
(o la fuente original) de
pensamientos al pensar, "¿Por qué condición,
por qué causa, por qué razón
han surgido estos pensamientos?"
Siguiendo
este consejo, los yogis deben tratar de encontrar la causa
de los
pensamientos, el origen de los pensamientos que distraen.
Antes de que
surgieran estas distracciones, habían otros pensamientos
más sutiles que
surgieron antes que los pensamientos que distraen. Cuando
surgen
pensamientos de avidez, odio o ignorancia, los yogis deben
reflexionar en el
porque surgen estos pensamientos, qué los causa, y
durante la meditación,
tratar de ver los pensamientos sutiles, las imágenes
sutiles que preceden
estos pensamientos que distraen. Cuando los yogis pueden encontrar
las
causas de los pensamientos, estos pensamientos pueden ser
eliminados. En las
etapas iniciales será muy difícil de estar consciente
de los pensamientos
cuando estos ocurran, pero al crecer la concentración,
samàdhi, los yogis
podrán detectar aún las imágenes e intenciones
sutiles que preceden a los
pensamientos y movimientos voluntarios. Los yogis deben tratar
de descubrir
por qué ocurren los pensamientos, qué
causa que ellos ocurran. Cuando las causas son descubiertas,
los orígenes
son eliminados, y cuando los orígenes son eliminados,
los pensamientos
mismos desaparecen y no regresarán.
Algunas
veces los yogis deben hacer un gran esfuerzo para regresar
a la
fuente original de los pensamientos. El primer pensamiento
aparece, y
entonces ellos deben encontrar porque ocurre y encontrarán
el pensamiento
anterior a ese. Deben llegar también al pensamiento
anterior a ese
pensamiento. De esta manera, deben regresar al origen del
pensamiento.
Cuando éste se encuentra, los yogis pueden eliminarlo
al hacer la resolución
de no dejar que surjan estos pensamientos en el futuro. De
esta manera, el
método de regresar al origen del pensamiento, el "poner
atención a la causa
de la causa de los pensamientos" es alcanzada. Cuando
se encuentra la causa
de los pensamientos que distraen, se encuentra el origen y
éstos pueden ser
eliminados. Cuando son eliminados, la mente se mantiene firme,
estable, se
unifica y concentra. Cuando no hay en la mente pensamientos
que distraen, la
mente se aquieta, unifica y permanece en el objeto.
El
quinto método propuesto por el Buddha es el siguiente:
"Si, cuando está
prestando atención a la causa de la causa de esos pensamientos,
aún surge el
mal en él, pensamientos no benéficos conectados
con el deseo, con el odio y
con la ignorancia, entonces con sus dientes apretados y su
lengua presionada
contra el paladar, él debería derribar, reprimir
y aplastar la mente con la
mente. Cuando con sus dientes apretados y su lengua presionada
contra el
paladar, él derriba, reprime y aplasta la mente con
la mente, entonces
cualquier mal, pensamientos no benéficos conectados
con el deseo, con el
odio y con la ignorancia se abandonan; se apaciguan. Con el
abandono de
ellos, su mente se estabiliza, se tranquiliza, se unifica
y se concentra."
El
cuarto método mencionado anteriormente es adecuado
para aquellos que
practican la meditación en base a un largo plazo, digamos
uno o dos años, y
entonces tienen suficiente tiempo para detener la meditación
y permanecer en
otro objeto. Este quinto y último método es
adecuado para aquellos que
practican la meditación durante un corto plazo, por
unos cuantos días o
semanas, como es común en los retiros en nuestros días.
Este método usa
imágenes poderosas: "Con sus dientes apretados
y su lengua presionada contra
el paladar, él debe derribar, reprimir y aplastar la
mente con la mente".
Esta expresión siempre se da cuando alguien tiene que
reunir coraje y
energía, o cuando alguien tiene que hacer algo con
mucha atención. También
se ha dicho del Buddha que cuando él practicaba austeridades
en el bosque
antes de ser Buddha, él apretó sus dientes con
la lengua presionando contra
el paladar. Cuando uno tiene que hacer algo difícil,
uno quiere el
sentimiento de fuerza y, naturalmente,
aprieta sus dientes y presiona la lengua contra el paladar.
La idea de
aplastar la mente con la mente significa aplastar la mente
insana (akusala)
con la mente sana (kusala), lo que en esencia significa estar
profundamente
consciente de la mente insana presente. Éste es el
consejo que se da a los
meditadores en los retiros de vipassanà en nuestros
días. Cuando ocurren los
pensamientos que distraen, uno no hace algo más que
tratar de estar atento a
ellos y con gran perseverancia, hacer anotaciones mentales
como "pensando,
pensando, pensando". Uno debe tener gran perseverancia
y confianza en que
con práctica, con aplicación sostenida en la
atención plena, desaparecerán
los pensamientos que distraen. De hecho, no hay otra manera
de practicar
cuando uno solo tiene un corto lapso de tiempo, porque no
es posible detener
la meditación o hacer otro tipo de meditación
como la reflexión del aspecto
repugnante del cuerpo. La única cosa que los yogis
pueden hacer en los
retiros cortos es estar
muy atentos a los pensamientos que distraen; así, cuando
sea que lleguen
estos pensamientos, ellos deben estar atentos a éstos,
hacer anotación
mental de ellos, tales como "pensando, pensando",
o "planeando, planeando",
o "deseando, deseando" o "recordando, recordando".
Esto es aplastar la mente
insana con la mente sana con los dientes apretados y la lengua
presionando
el paladar. Si los yogis perseveran en la anotación
de los pensamientos que
distraen, en estar verdaderamente atentos a ellos, las distracciones
desaparecerán. Y aquí debemos decir que algunas
veces, uno debe ser duro con
uno mismo. A pesar de que hacemos énfasis en el bienestar
y la relajación
cuando meditamos, algunas veces uno se debe esforzarse mucho,
uno debe
reunir suficiente energía y fuerza para luchar contra
la mente ingobernable
y los pensamientos que distraen.
Estos
son los cinco métodos dados por el Buddha en este Sutta.
Cuando se
remueven los pensamientos que distraen, la mente está
firme, quieta,
estable, unificada y concentrada en el objeto de meditación.
La meditación
es una tarea muy delicada. Hay muchos impedimentos y obstáculos.
La única
manera segura de mantener alejados los obstáculos durante
los retiros cortos
de meditación es estar atento a todos los fenómenos,
todos los pensamientos,
emociones, sensaciones y también a los fenómenos
externos, cada vez que
estos surjan. No permitimos que las distracciones nos hagan
perder la
atención a lo que ocurre en el momento presente.
Durante
la meditación, lo importante es que el esfuerzo y la
concentración
estén balanceados. Si los yogis ponen demasiado esfuerzo,
se agitarán y
estarán intranquilos. Si ponen muy poco esfuerzo, la
concentración ganará la
partida y estarán adormecidos. El esfuerzo y la concentración
deben estar
balanceados para que la meditación sea buena. En las
etapas iniciales, los
yogis pueden aún desconocer como balancear la concentración
y el esfuerzo, o
puede ser aún que no conozcan cuándo la concentración
o el esfuerzo es
demasiado o muy poco. Después, con la práctica,
conocerán si su energía es
baja o si su concentración se queda atrás. Cuando
los yogis saben como
balancear el esfuerzo y la concentración, estos factores
de la meditación
irán juntos a la par. Estos factores pueden balancearse
sin mucho problema
en etapas posteriores de la práctica. Es como andar
en bicicleta. Al
comienzo cuando se aprende a montar en bicicleta uno puede
sentir que es
imposible que un vehículo con dos ruedas
se mantenga andando. Pero cuando uno se sienta en el asiento
y pedalea, uno
puede balancearse y seguir adelante. Después uno puede
adaptarse tan bien a
la bicicleta que puede conducirla sin sostener el manubrio
y aún doblar en
la esquina de la misma manera. Cuando uno se adapta a algo,
uno puede hacer
esa cosa con facilidad y muy bien. De manera similar, cuando
uno se
familiariza con la manera de balancear la energía o
esfuerzo con la
concentración, la meditación será firme
y estable. El esfuerzo y la
concentración deben estar balanceados - ni mucho esfuerzo
ni mucha
concentración.
Otra
cosa importante es que, cuando se practica la meditación,
los yogis no
deberían tener muchas expectativas. La gente espera
algo de la meditación;
de hecho, en primera instancia, es la expectativa que estimula
a la gente a
meditar. Pero la correcta meditación requiere que se
queden atrás las
esperanzas y expectativas. La expectativa es deseo, el deseo
de lograr algo,
ver algo misterioso, experimentar algo maravilloso. En esencia,
la
expectativa es avidez (lobha). Es una forma sutil de avidez
pero es aún
avidez-deseo, apego. Como tal, es un obstáculo para
la concentración. La
expectativa es una distracción y debe ser evitada.
Otras
distracciones que pueden surgir son pensamientos desagradables,
dolores, visiones o sentimientos. El modo correcto de lidiar
con ellos es
simplemente estar atento a ellos. Los yogis deben tratar de
estar atentos a
ellos como un observador distante, un observador desinteresado.
Si los yogis
temen que ellos regresen después de haberlos sacado,
entonces ellos nunca
saldrán; esto es, los yogis no deben tener miedo. Si
el miedo surge,
entonces haga el miedo su objeto de meditación. Cuando
surjan objetos de
temor o desagradables, simplemente obsérvelos sin pasión.
No se apegue a lo
que le gusta, y no tenga miedo a lo que le desagrada. Los
yogis deben ser
capaces de mantener su mente balanceada, imparcial y ecuánime.
Solamente así
puede la mente concentrarse en el objeto y no distraerse con
pensamientos de
deseo por un lado y de malevolencia por el otro.
Otra
consideración más para la práctica de
la meditación vipassanà, tiene
que ver con el etiquetar o anotar las distracciones. Los yogis
no deben
buscar demasiado las expresiones apropiadas o palabras para
definir lo que
surge. Si, por ejemplo, surgen pensamientos que distraen y
una palabra con
el significado preciso no llega rápidamente a la mente,
los yogis deben
hacer sólo la anotación general como "pensando,
pensando, pensando" o
"conociendo, conociendo, conociendo". Por lo tanto,
lo que es importante en
tales casos no es la etiqueta precisa, sino más bien
el acto de la plena
atención a la distracción.
Estas
técnicas que he discutido están inspiradas en
los cinco tipos de
instrucciones dadas por el Buddha en el Sutta Vitakkasaäåhàna.
De nuevo,
entre las cinco, las cuatro primeras son adecuadas para aquellos
cuya
practica se base en un periodo largo, digamos seis meses o
un año - y no
pueden hacer mayores progresos como resultado de demasiadas
expectativas,
energía o esfuerzo. También son para los yogis
que están muy avanzados. Pero
el ultimo método de la atención vigorosa y persistente
es para los yogis que
practican en retiros de solo uno cuantos días o semanas.
Para estos yogis,
el quinto método es la mejor manera de lidiar con los
pensamientos que
distraen. Con esto en mente, ¡que todos los yogis pongan
en práctica las
enseñanzas del Buddha!
Nota:
En este sutta solamente se mencionan pensamientos que distraen
conectados con el deseo, con el odio y con la ignorancia -
en otras
palabras, pensamientos insanos. Pero también hay pensamientos
que no son
insanos pero sin embargo son distracciones. Por ejemplo, al
estar meditando
puede usted pensar en algún tema del Dhamma que aprendió
antes, y así se
distrae del objeto de meditación. Tales pensamientos
pueden también ser
lidiados eficientemente con el quinto método mientras
que alguno de los
otros métodos también podría funcionar.
*
De Umber
La
Gran Paz Natural - por Sogyal Rimpoché
Las
enseñanzas de Buda son extensas. Sólo las "palabras
de Buda" llenan más
de cien volúmenes. A continuación, los comentarios
y tratados de los grandes
eruditos indios ocupan más de doscientos volúmenes,
y ello sin contar todas
las obras de los grandes maestros tibetanos.
Pero aún siendo así, las enseñanzas de
Buda pueden ser sintetizadas de una
forma muy profunda. Recuerdo que mi maestro, Dilgo Khyentse
Rimpoché solía
decir: "Las enseñanzas de Buda son al mismo tiempo
'extensas' y 'profundas':
'extenso' se refiere al enfoque del erudito, del pandita,
y 'profundo' al
del yogui." Cuando se le pidió a Buda que resumiera
sus enseñanzas, dijo:
No cometer ni una sola acción negativa,
Cultivar
un tesoro de virtudes,
Domesticar
esta mente nuestra;
Ésta
es la enseñanza de todos los Budas.
"No cometer ni una sola acción negativa"
significa abandonar las acciones
malsanas, perjudiciales y negativas, que son la causa del
sufrimiento, tanto
para nosotros mismos como para los demás. "Cultivar
un tesoro de virtudes"
es adoptar acciones positivas, benéficas y sanas que
son la causa de la
felicidad, una vez más, tanto para nosotros mismos
como para los demás.
Sin embargo, el punto más importante es "domesticar
la mente". De hecho,
maestros -como Ñoshul Khen Rimpoché-, dicen
con frecuencia que esta frase
por sí sola capta la esencia de las enseñanzas
de Buda. Porque si podemos
comprender la verdadera naturaleza de nuestra mente, ahí
radica el punto
esencial, tanto de las enseñanzas, como de toda nuestra
existencia.
La mente es la raíz de todo: creadora de la felicidad
y creadora del
sufrimiento, creadora del samsara y creadora del nirvana.
En las enseñanzas
tibetanas, a la mente se la llama "el rey responsable
de todo" - kun ye
gyalpo-, el principio universal que lo rige todo. Tal como
el gran Guru
Padmasambhava dijo: "No intentes cortar la raíz
de los fenómenos, corta la
raíz de la mente". Esta es la razón por
la que encuentro tan evocadoras
estas palabras de Buda: "Somos lo que pensamos, y todo
lo que somos surge
con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos creamos
el mundo. Habla
o actúa con una mente pura y la felicidad será
el resultado". Si tan solo
pudiéramos recordar esto y guardar nuestro corazón
y nuestra mente puros, la
felicidad se produciría de verdad. Por lo tanto, todas
las enseñanzas de
Buda están enfocadas hacia el entrenamiento de la mente,
y mantener el
corazón y la mente puros.
Esto empieza por la práctica de la meditación.
Con ello permitimos que todos
nuestros pensamientos y emociones turbulentas se sosieguen
tranquilamente en
un estado de paz natural. Como Ñoshul Khen Rimpoché
decía:
Descansa
en la gran paz natural, mente exhausta,
golpeada
incansablemente por el karma y las ideas neuróticas,
como
el furor implacable de las olas
en
el infinito océano del samsara.
Descansa
en la gran paz natural.
¿Cómo se sosiegan los pensamientos y las emociones?
Si dejas un vaso de agua
turbia en reposo, sin tocarlo, la suciedad se posará
en el fondo, y la
claridad del agua se hará evidente. Del mismo modo,
en la meditación
permitimos a nuestras ideas y emociones sosegarse naturalmente,
en un estado
de confort natural. Hay un dicho maravilloso de los grandes
maestros del
pasado. Recuerdo que cuando lo oí por primera vez fue
como una revelación,
porque en estas dos frases se muestra a la vez lo que es la
naturaleza de la
mente y como permanecer en ella, lo que constituye la práctica
de la
meditación. En tibetano es precioso, casi musical:
chu ma ñok na dang, sem
ma chö na de. A grosso modo significa: "El agua,
si no la agitas, se aclara;
la mente, cuando no se la altera, encuentra su propia paz
natural".
Lo increíble a propósito de esta instrucción
es el énfasis en la naturalidad
y en que dejemos que la mente simplemente sea, sin alteraciones
y sin
cambiar nada en absoluto. Nuestro verdadero problema es la
manipulación, la
fabricación, y que pensamos demasiado. Un maestro solía
decir que la causa
primordial de todos nuestros problemas mentales es que pensamos
demasiado.
Como dijo Buda: "con nuestros pensamientos creamos el
mundo". Pero si
mantenemos nuestra mente en un estado de pureza y le permitimos
reposar,
tranquilamente, en su estado natural, lo que ocurre al practicar
es
sumamente extraordinario.
La primera práctica en el camino budista de la meditación
se llama
"shamata", en tibetano "shiné",
morar en calma o "meditación de la
tranquilidad." Cuando empezamos, es una práctica
de atención. La práctica de
shamata puede ser con un objeto o soporte o sin él.
A veces usamos una
imagen de Buda como objeto o, al igual que sucede en todas
las escuelas
budistas, observamos la respiración levemente y con
atención. El problema
para todos nosotros es que nuestra mente siempre está
distraída. Y cuando
está distraída, la mente crea pensamientos sin
cesar. No hay nada en lo que
no pueda pensar o hacer. Si nos fijáramos, veríamos
el poco discernimiento
que tenemos, y las muchas veces que simplemente dejamos surgir
todo tipo de
pensamientos y nos perdemos en ellos. Se ha convertido en
la peor de todas
las malas costumbres. No tenemos disciplina, así como
tampoco disponemos de
ningún medio para fijarnos en qué tipo de pensamientos
nos ocupan; surja lo
que surja, nos dejamos arrastrar por una espiral de historias
e ilusiones
que nos tomamos tan en serio que, no tan sólo nos las
creemos, sino que se
vuelven parte de nosotros mismos.
Por supuesto, no deberíamos reprimir nuestros pensamientos
y emociones, pero
tampoco deberíamos complacernos en ellos. Lo que ocurre
es que nos hemos
complacido en exceso a la hora de pensar. El resultado son
las enfermedades
mentales, e incluso físicas. Muchos médicos
tibetanos han notado la
preeminencia en el mundo moderno de desórdenes debidos
a desequilibrios del
prana o aire interno, causados por un exceso de agitación,
preocupaciones,
ansiedad y pensamientos, que se añaden a la velocidad
y a la agresividad que
dominan nuestras vidas. Lo que necesitamos de veras es tan
sólo paz. Es por
esta razón que nos damos cuenta que sentarnos, aunque
solo sea un momento,
inspirar y expirar dejando a nuestros pensamientos y emociones
posarse
tranquilamente, puede constituir un maravilloso descanso.
Cuando nos abandonamos a la distracción y a pensar
en exceso sin prestar
atención, cuando nos perdemos en pensamientos e invitamos
a los problemas
mentales y a la angustia, el antídoto a aplicar es
la atención. La
disciplina de la práctica de shamata es hacer que la
mente vuelva una y otra
vez a la respiración. Si estás distraído,
en el instante en que te des
cuenta, sencillamente vuelve a centrarte en la respiración.
No hay que hacer
nada más. Incluso preguntarse: "¿por qué
diablos me he distraído tanto?" es
otra distracción. La simplicidad de la atención,
de volver a traer
continuamente la mente a la respiración, la calma progresivamente.
Cuando
intentas acostar a un niño, lo que le apetece es ponerse
a jugar y, si le
haces caso, se excitará cada vez más y nunca
querrá irse a la cama. Tienes
que cogerlo en brazos y quedarte un rato con él, tranquilamente
atento, y
entonces acabará por calmarse. Con la mente ocurre
exactamente lo mismo: no
importa lo agitada que esté, sigue trayéndola
de vuelta, una y otra vez, a
la simplicidad de la respiración. Gradualmente, la
mente se aquietará en la
mente.
Al principio, claro, puede que nos sintamos un tanto extraños,
creyendo que
al observar tenemos el acto de respirar, quién respira
y la respiración,
cada uno por su lado. Pero lentamente, a medida que perfeccionemos
la
práctica y que nuestra mente se aquiete, el acto de
respirar, quién respira
y la respiración se volverán uno y, al final,
será como si nos hubiéramos
convertido en la respiración.
Los maestros siempre aconsejan que al practicar la meditación
del
"permanecer en calma", lo importante es no concentrarse
excesivamente. Por
esta razón recomiendan poner tan sólo un 25
% de la atención en la
respiración. Pero entonces, como puedes haber notado,
la atención por sí
sola no es suficiente. Mientras que se supone que estás
observando tu
respiración puede suceder que, tras unos pocos minutos,
te encuentres
jugando un partido de fútbol o protagonizando tu propia
película. Por lo
tanto, hay que dedicar otro 25% a una conciencia continua
y vigilante que
supervisa y comprueba si sigues atento a la respiración.
El otro 50% de tu
atención lo dejas permanecer, espaciosamente. Por supuesto,
la exactitud de
los porcentajes no es tan importante como el hecho de que
estos tres
elementos -atención, conciencia y espaciosidad- estén
presentes.
La espaciosidad es realmente maravillosa. A veces, el simple
hecho de ser
espacioso basta para sosegar nuestra mente. La espaciosidad
capta toda la
esencia de la meditación; también es la generosidad
de base de la
meditación. En la práctica de shamata, cuando
conseguimos aliar la
espaciosidad a la atención puesta en la respiración,
la mente se va calmando
progresivamente. Y al calmarse, ocurre algo extraordinario:
todos nuestros
aspectos fragmentados vuelven a casa y nos unificamos. La
negatividad y la
agresividad, el dolor, el sufrimiento y la frustración
se desvanecen de
verdad. Experimentamos una sensación de paz, de espacio
y de libertad y,
como resultado de este aquietamiento, surge una profunda tranquilidad.
Según vamos perfeccionando esta práctica y nos
unificamos con la
respiración, al cabo de un tiempo, incluso la respiración
en sí como objeto
de atención en nuestra práctica, se disuelve
y nos encontramos reposando en
el momento presente. Este es el estado de estar centrado en
un único punto
que constituye el fruto y la finalidad de shamata. Permanecer
en el momento
presente y en la tranquilidad es un excelente logro, pero
volvamos al
ejemplo del vaso de agua turbia: si la dejas quieta, la suciedad
se irá al
fondo y el agua recuperará su nitidez, pero a pesar
de ello, la suciedad
seguirá estando ahí, en el fondo. Si un día
la remueves de nuevo, la
suciedad se pondrá de manifiesto una vez más.
Mientras cultivemos la
tranquilidad, es posible que disfrutemos de paz, pero cada
vez que nuestra
mente se agite un poco, los pensamientos engañosos
volverán a invadirnos.
Permanecer en el momento presente de shamata no va a permitirnos
evolucionar
ni tampoco nos va a conducir a la iluminación o a la
liberación. El momento
presente se vuelve un objeto muy sutil y la mente que mora
en el momento
presente, un sujeto sutil. Mientras permanezcamos en el terreno
del
objeto-sujeto, la mente seguirá en el mundo conceptual
ordinario del
samsara.
A través de la práctica de permanecer en calma,
nuestra mente se ha
apaciguado en un estado de tranquilidad y ha hallado estabilidad.
Al igual
que la imagen de una cámara fotográfica se vuelve
nítida al enfocarla, la
atención centrada en un punto de shamata, permite que
surja una creciente
claridad de la mente. Según van desvaneciéndose
gradualmente los
oscurecimientos y el ego y su tendencia al aferramiento empiezan
a
disolverse, la "visión clara", o "vislumbre"
de vipashyana, -en tibetano
lhak tong- se manifiesta. En ese momento ya no necesitamos
el ancla que
supone morar en el momento presente y podemos progresar avanzando,
yendo
incluso más allá de nuestro yo, hacia la apertura
que representa la
sabiduría que comprende la ausencia de ego. Esto es
lo que va a arrancar de
cuajo la ilusión y a liberarnos del samsara.
Examinemos el impacto de esto sobre la forma en que manejamos
los
pensamientos y las emociones. Al empezar, sin ninguna seguridad
o base,
nuestros pensamientos nos invaden y nos dispersan; es por
esta razón que en
la práctica de la atención nos centramos en
un objeto: la respiración. Pero
sean cuales sean los pensamientos que surjan, todos surgen
de nuestra mente
y de ningún otro sitio, de una forma tan natural como
los rayos emanan del
sol o como hay olas en el océano. Al estar ahora, pues,
en un estado de
permanecer en calma, todo lo que surge de nosotros -que nunca
ha existido al
margen de nosotros mismos- va a encontrarse con una persona
diferente. Ya no
hay razón para tener miedo de perder el equilibrio
o de distraernos; no
tenemos porque seguir obstaculizando lo que surge, ahora que
la apertura de
la visión profunda se ha manifestado. Nos hemos convertido
en una roca que
hace frente al viento y las tormentas, a diferencia de la
pluma que éramos
antes, arrastrada de un lado a otro por la brisa.
Todo lo que tenemos que hacer ahora es mantener nuestra conciencia.
Cuando
un pensamiento surja desde el estado de quietud, si simplemente
lo
reconocemos con esta conciencia, volverá a disolverse
en la naturaleza de la
mente. Los pensamientos y las emociones se vuelven como las
olas en el mar,
elevándose y disgregándose de nuevo en su propia
inmensidad y nosotros nos
volvemos como el mar mismo, extenso, espacioso y plácido.
No nos queda nada
más por hacer: tan sólo mantener esta conciencia.
Por supuesto, para un principiante el riesgo es que aquello
que surja le
desestabilice y desencadene sus viejas costumbres. En el momento
en que lo
que surge es visto como algo separado, nos hemos perdido y
por lo tanto, en
este momento tan crucial antes de que se convierta en un pensamiento,
debemos mantener la conciencia. Necesitamos, pues, ser conscientes
de
nuestra conciencia, contar con un recuerdo natural que nos
haga volver en
cada ocasión y sin el cual seremos arrastrados.
Lo que estoy describiendo aquí es un proceso que se
conoce por quietud,
movimiento y conciencia (ne gyu rig sum), y que adquiere un
significado cada
vez mayor a medida que alcanzamos etapas más profundas
de comprensión. Según
avanzamos, permitiendo a lo que surge disolverse y liberarse
a la luz de
nuestra conciencia, realzaremos y prolongaremos esta quietud,
al igual que
las olas no hacen más que realzar la belleza del mar.
A través de la
conciencia de la visión clara y la sabiduría
que comprende la ausencia de
ego, llegamos a la naturaleza de la mente. Según vayamos
progresando,
tendremos profundas intuiciones sobre la naturaleza de la
realidad, así como
sobre nosotros mismos, ya que, a medida que la dualidad sujeto-objeto
se
disuelve, alcanzamos el estado de no-dualidad.
Llegados a este punto, nos encontraremos en un estado de profunda
paz.
Ñoshul Khen Rimpoché solía hablar de
la Gran Paz Natural -rang shin shiwa
chempo- , la profunda paz de la naturaleza de la mente, la
paz de Madyamika,
Mahamudra y Dzogpachempo. Tal como dijo Buda: "el nirvana
es la verdadera
paz". Cuando llegas a la paz de la naturaleza de la mente,
descubres la
extensa expansión de la gran apertura. Es como cuando
las nubes se dispersan
y dejan al descubierto un cielo abierto infinito; a medida
que los
pensamientos y las emociones similares a las nubes se disuelven
a través de
la práctica de la meditación, lo que queda al
descubierto es la naturaleza
de la mente similar al cielo.
Brillando en este cielo se encuentra el sol de nuestra naturaleza
búdica,
nuestra bodichita, la esencia de la iluminación. El
sol conlleva dos
maravillosas cualidades: el calor y la luz. Su resplandeciente
luz se asocia
a la sabiduría, y su calor al amor y la compasión.
Si preguntáramos ¿qué es
la mente de Buda?, es exactamente eso: sabiduría y
compasión. Y, como las
enseñanzas afirman que todos tenemos la naturaleza
búdica, todos somos budas
en potencia. Cuando purificamos nuestra mente, se convierte
en sabiduría y
cuando purificamos nuestro corazón, éste se
convierte en amor y compasión.
Si purificáis vuestros pensamientos, esta inteligencia
pura, que deja de
estar oscurecida por la ignorancia, es la sabiduría.
Cuando las emociones
han sido purificadas, surgen en forma de compasión.
Por lo tanto, a través de esta práctica podemos
llegar a la pureza profunda
de la naturaleza de la mente, esta gran paz de la que Buda
habló en el
momento de su iluminación, hace aproximadamente dos
mil quinientos años,
bajo el árbol de Bodi, en el lugar que se conoce hoy
en día como Bodgaya.
Sus primeras palabras fueron: "Paz profunda, simplicidad
natural,
luminosidad no compuesta..." Con estas palabras, solía
decir Dilgo Khyentse
Rimpoché, Buda proclamó la esencia de su iluminación,
que es el estado de
Dzogpachempo, la Gran Perfección.
Esta profunda paz es a lo que intentamos llegar a través
de la práctica. De
hecho, "domesticar la mente" se logra por completo
al reconocer esta paz.
Fíjate como cuando nos sentimos conmovidos o inspirados
por el amor, nos
sentimos totalmente desarmados. Del mismo modo, cuando reconocemos
la
naturaleza de la mente a través de esta práctica,
nuestros pensamientos y
emociones corrientes se desarman y se disuelven. Entonces
un amor y una
compasión tremendos irradian de nosotros mismos, al
igual que el sol lo hace
con todo su calor.
En cuanto entramos en contacto con la pureza de nuestra naturaleza
intrínseca, nuestra naturaleza búdica, lo que
se pone al descubierto es
nuestra bondad fundamental, nuestro buen corazón. Sencillamente,
exudamos
bondad, compasión y amor. Y así, no sólo
entramos en contacto con nosotros
mismos, sino que lo hacemos enteramente con los demás.
Sientes que realmente
eres uno con los demás. Ya no hay barrera alguna que
se interponga entre tú
y los demás; ni tan siquiera la barrera que pueda haber
entre tu y tu mismo.
A menudo las barreras, al igual que los problemas, provienen
de uno mismo,
estamos en guerra con nosotros mismos. Ahora, con esta práctica,
a medida
que la tenaza del ego se afloja y que nuestra tendencia a
aferrar se
evapora, los conflictos, sufrimientos y dolores propios de
la fragmentación
y de la lucha con nosotros mismos, se disuelven. Por primera
vez, un perdón
profundo y fundamental hacia nosotros mismos se hace factible.
Al mismo tiempo, las esperanzas, miedos y angustias se evaporan,
y con ellos
todos esos sentimientos -como el estar bloqueado y cerrado
en banda, el no
estar en contacto ni con nuestros propios sentimientos-, que
nos impiden ser
felices.
Lo que puede aportarnos esta práctica es increíble.
Cada vez que escucho
esta enseñanza de Buda, transmitida por los grandes
maestros, y siento su
autenticidad resonando en mi propio corazón, por la
poca práctica que
conozco, siento su enorme bendición. Lo más
extraordinario es que realmente
podemos experimentar la verdad de esta enseñanza. No
es algo que se base tan
sólo en creencias o en la fe, sino algo que puedes
saborear y comprender por
ti mismo.
¿Qué ocurrirá cuando lo experimentes?
Sentirás la enorme compasión y el amor
de los budas y una irresistible gratitud hacia ellos. Y lo
que desearás por
encima de todo, será compartirlo y ayudar a todos los
seres a liberarse del
sufrimiento y a adquirir la felicidad última, esta
gran paz natural, la paz
de Buda. Así que cada vez que experimentes esta clase
de paz -aunque sólo
sea un poco- en tu meditación, reza desde lo más
profundo de tu corazón,
como en la práctica de la bodichita, en los preliminares
del Dzogchen
Longchen Ñingtik:
"Hipnotizados por la inmensa variedad de percepciones
que
son como el reflejo ilusorio de la luna en el agua,
Los
seres vagan sin cesar perdidos en el círculo vicioso
del samsara.
Para
que puedan encontrar consuelo y bienestar en la luminosidad
y el
espacio que todo lo abarca de la verdadera naturaleza de sus
mentes,
Engendro
el amor, la compasión, la alegría y la ecuanimidad
inconmensurables
de la mente iluminada, la esencia de la bodichita."
Tu deseo es que todos los seres encuentren paz y felicidad,
en la verdadera
naturaleza de su mente. Tengo la impresión de que en
este siglo XXI, lo que
mucha gente está buscando es la verdad que reside en
ellos mismos. Todo el
mundo parece preguntarse: "¿Quién soy?"
y aspira fervientemente a comprender
la autenticidad de su propio ser, más allá del
yo egótico. Mediante esta
práctica, puedes llegar a experimentar tu verdadera
naturaleza y, cuando la
experimentes, tu mayor deseo será que los demás
hallen también esta clase de
comprensión al saber que, además de mostrarnos
quienes somos realmente, esta
comprensión nos libera de nosotros mismos.
Me parece importantísimo que contemos con una práctica
como ésta. Todos
deseamos paz. Todos ansiamos sentirnos bien, ser un buen ser
humano, tener
un corazón cálido y ser buenos, pero a menudo
no sabemos cómo. Hay
demasiadas cosas poblando nuestra mente y nuestro corazón
parece estar
siempre bloqueado. No somos libres, y en medio de toda esta
confusión,
sufrimiento y dolor, perdemos fácilmente las esperanzas
y nos sumimos en la
desesperación. Sin embargo, el hecho de oír
la sabiduría y la compasión
presentes en esta enseñanza y saber que empiezan a
abrir el ojo de nuestra
sabiduría y nuestro corazón y nuestra mente
a nuestra verdadera naturaleza y
a la verdadera naturaleza de todo, puede llenarnos de alegría,
de
inspiración y de esperanza.
Mediante la práctica, puede ser que experimentemos
un poco de esta paz
mental, pero no podemos permanecer indefinidamente en este
estado. Volvemos
a caer en nuestra forma cotidiana de funcionar y nuestros
esquemas mentales,
que estaban esperando poder reaparecer. Es ahora cuando debemos
estar más
atentos que nunca y recordar constantemente que esta mente
es como un
cristal claro y puro. Al igual que un cristal adquiere el
color de cualquier
superficie donde se ponga, la mente se transforma exactamente
en lo que
permitimos que la ocupe en cada momento. La mente en sí
misma está más allá
de elección, más allá de la dualidad
entre bueno y malo. Como dijo Buda:
"con nuestros pensamientos creamos el mundo" y somos
los creadores de este
mundo que disfrutamos o sufrimos, un mundo de fenómenos
kármicos modelado
por nuestros pensamientos y actos.
No obstante, una vez que hayas probado un poco de esta paz
y adquirido esta
visión, tendrás ganas de hacerte la promesa
de no volver atrás nunca más. En
la práctica budista de la confesión, que consiste
en reconocer y purificar
la negatividad y los errores, se habla de "cuatro poderes":
el poder de la
presencia, que hace alusión a la presencia de los Budas;
el poder del
arrepentimiento, que consiste en el sentimiento de arrepentimiento
con
respecto a los errores que hayamos cometido; el poder de la
resolución que
consiste en decidir no volver a hacerlo nunca más;
y el poder del método,
que es la práctica - sea la que sea - que efectuamos
para purificar el daño
hecho.
De hecho en la práctica dzogchen confesamos el daño
en la Darmadatu, el
espacio que todo lo abarca de la naturaleza de la mente. Purificamos
todos
nuestros pensamientos negativos en la pureza de nuestra naturaleza
inherente, y toda su oscuridad es purificada por esta luz.
Al confesar,
tomamos la firme resolución de no volver a caer en
la oscuridad de lo
negativo y de mantener nuestro corazón y nuestra mente
puros. Porque ahora
entendemos más que nunca que "somos lo que pensamos.
Todo lo que somos surge
con nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos creamos
el mundo. Habla
o actúa con una mente impura y los problemas serán
el resultado... Habla o
actúa con una mente pura y la felicidad será
el resultado..."
En todo caso, cuando mediante la meditación alcanzas
el estado de bondad de
la naturaleza de la mente, lo que quiera que digas será
bondad, lo que
quiera que veas será bondad, lo que quiera que toques
será bondad, porque tú
serás bondad. Serás naturalmente puro y ello
no puede más que manifestarse a
través de todo lo que hagas, pienses o digas. Cuando
pienso en Jamyang
Khyentse Chöki Lodrö, Dudjom Rimpoché, Dilgo
Khyentse Rimpoché y todos los
grandes maestros, me pregunto cómo podían ser
constantemente como son. ¿Cómo
es posible que hagan lo que hagan suponga un beneficio para
los seres? La
respuesta es: porque se encuentran permanentemente en el estado
de bondad.
Por eso nos inspiran y nos llenan de esperanza. Cuando la
gente corriente
como nosotros ve a Su Santidad el Dalai Lama, se despierta
en nosotros la
esperanza en la humanidad, y ver que existe semejante ser
humano, aporta la
comprensión de que nosotros también podemos
convertirnos en un buen ser
humano como él. Los grandes practicantes, mujeres o
hombres, encarnan este
mismo tipo de bondad y hagan lo que hagan resulta benéfico,
porque siempre
están en este estado, gracias a la disciplina que consiste
en mantener la
pureza de la mente. No se pervierten bajo ningún concepto,
permanecen
siempre puros y actúan motivados por esta bondad en
la que permanecen
sólidamente anclados.
Lo cierto es que a veces nos sentimos en contacto con nosotros
mismos, con
los demás, con el universo, y tenemos verdaderamente
la oportunidad de
experimentar una profunda paz interior. Cualquiera que haya
tenido la suerte
de vivir un poco esta paz interior, debería de tomar
la firme resolución de
mantenerla, no sólo por su propio bien, sino por el
del mundo. Cuando te
encuentras en este estado, lo extraordinario es que, aunque
no hagas gran
cosa, tu ser por sí mismo puede beneficiar a los demás,
sin siquiera
pretenderlo, en tanto que mantengas esta bondad y pureza en
tu mente y tu
corazón, en tu motivación y en tu existencia.
Y si queremos infundir una
fuerza especial a nuestros actos, podemos invocar la bendición
de todos los
budas y maestros. Se dice que una de las cualidades de los
budas es que en
cuanto los invocamos, están ahí. A lo mejor
piensas: "¿Cómo puede alguien
como yo merecer que los budas le dediquen un poco de su tiempo?".
El
mismísimo Buda dijo: "Quienquiera que piense en
mí, me tiene enfrente." Y
Guru Padmasambhava prometió: "Nunca estoy lejos
de los que sienten devoción
por mí, pero tampoco estoy lejos de los que no la sienten".
Tal es la
compasión de los budas.
Buenos o malos en apariencia, todos podemos recibir sus bendiciones.
Seamos
lo que seamos, sólo es temporal; todas nuestras ilusiones
pueden purificarse
porque nuestra naturaleza fundamental es buena. Puede que
las nubes
oscurezcan el cielo, pero basta con ir más allá
de ellas para darnos cuenta
de que hay un cielo infinito que nunca ha sido tocado por
esas nubes. El
ejemplo que se usa habitualmente en el dzogchen es el del
espejo: nuestra
verdadera naturaleza es como un espejo, refleja todo tipo
de cosas, pero lo
bonito es que lo reflejado jamás podrá ensuciar
el espejo. Así que, sea cual
sea nuestra apariencia, nuestra verdadera naturaleza es pura
e impoluta.
Cuando se dice que todos tenemos la naturaleza de Buda, de
hecho es cierto.
Se dice que ni tan siquiera los budas pueden mejorar la naturaleza
de Buda;
y que nosotros, los seres humanos, con toda nuestra confusión
y negatividad,
no podemos empeorarla. Esto significa que es intocable, inmutable,
no
creada. Es en verdad nuestra auténtica naturaleza,
algo que nunca puede ser
manchado o menguado. Es una bondad inalterable.
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