En
las antiguas escuelas de misterios aztecas, después
de las pruebas a las que eran sometidos los candidatos, estos
podían pasar a trabajar directamente con la serpiente
emplumada. No queremos decir con esto que usted haya pasado
victoriosamente sus pruebas, eso lo veremos más adelante.
Mientras tanto, vamos a seguir trabajando con la meditación.
La meditación es el pan del sabio. Cuando el sabio
medita busca a Dios, busca información o busca poder.
Cinco son las claves de la meditación.
1.- Postura cómoda.
2.- Mente en blanco.
3.- Concentración.
4.- Introversión.
5.- Extasis.
Sentado en la postura más cómoda para usted,
concéntrese en su cuerpo físico y, después
de examinarlo atentamente y comprobar que usted no es ese
maravilloso vehículo suyo, deséchelo de su mente
diciendo: Yo no soy mi cuerpo físico.
Concéntrese en su cuerpo etérico, identifíquelo
y, después de observar atentamente su bellísima
luminosidad que sobresale del cuerpo físico formando
un aura multicolor y comprobar que usted no es ese su segundo
cuerpo, deséchelo de su mente diciendo: Yo no soy mi
cuerpo etérico.
Adéntrese más en usted mismo y concéntrese
primero en su cuerpo astral y después en su cuerpo
mental. Estos cuerpos son las dos columnas de los templos
masónicos: Yakin y Boaz, cuya base fundamental es la
piedra cúbica de Yesod, el cuerpo etérico. Concéntrese
bien en estos dos cuerpos y, después de comprobar que
usted no es ninguno de ellos y que sólo son dos más
de sus instrumentos de expresión, deséchelos
de su mente diciendo: Yo no soy mi cuerpo astral. Yo no soy
mi cuerpo mental.
Despójese de sus cuatro cuerpos de pecado al llegar
a esta etapa de su meditación y pase por en medio de
las dos columnas -blanca y negra- del templo que es su cuerpo
viviente y en las cuales está escrita con carácteres
de fuego la "palabra de pase": INRI. Descomponga
esta palabra en dos sílabas y vocalícelas una
inmediatamente después de la otra así:
IIIIIIIIIINNNNNNNNNN-RRRRRRRRRRIIIIIIIIII
A continuación sálgase a vagar por el mundo
de la niebla de fuego sin sus cuatro vehículos materiales.
Regrese a su cuerpo para seguir trabajando, concéntrese
nuevamente en la columna negra de su templo viviente, su cuerpo
astral, trate de escuchar el agudo canto del grillo del que
hablamos en el capítulo IV -agudo canto que es la esencia
de la palabra perdida INRI- y sin dejar de escuchar ese agudo
canto, que ahora sale de entre las celdillas de su cerebro,
concéntrese en la columna blanca, su cuerpo mental.
No se detenga, siga meditando. Concéntrese en su cuerpo
de voluntad hasta que tenga conciencia del mismo y, cuando
haya comprobado que usted no es ese otro de sus cuerpos, deséchelo
de su mente diciendo: Yo no soy mi cuerpo de voluntad.
Dé un paso más en su meditación. Concéntrese
en su cuerpo de conciencia, identifíquelo y comprueba
que usted no es él, que se trata de otro de sus maravillosos
vehículos de expresión, y deséchelo diciendo:
Yo no soy mi cuerpo de conciencia.
Entonces preguntará usted: ¿Quién soy
yo? Una voz muy queda y dulce le contestará: Tú
eres yo, el Intimo, el reflejo del yo Cristo, tú y
yo somos uno. En ese momento trate de identificarse con su
Cristo Interno; siéntase ser El; dígase: Yo
soy El... Yo soy El... Yo soy El...
Al alcanzar ese estado de conciencia pronuncie mentalmente
el mantram PANDER; descomponga este mantram en dos sílabas
y pronúncielas una inmediatamente después de
la otra alargando el sonido. Este mantram le ayudará
a identificarse con su Cristo interno.
Con la introversión diaria logrará despertar
su conciencia a tal grado que durante el sueño actuará
en cuerpo astral con la misma naturalidad y lucidez que en
cuerpo físico. Y cuando, por su sinceridad y devoción,
en su éxtasis se le permita visitar los núcleos
sobre los cuales se fundamenta el universo -que alegóricamente
hablando parecen agujeros- podrá contemplar la Divina
Majestad del Absoluto.
La meditación interna acelera el despertar de la serpiente
emplumada, cuya ascensión libera al iniciado de la
rueda de nacimientos, pero hay que ayudar a su ascensión
meditando primero en Idâ y después en Pingalâ,
corrientes de fuego -negativa a la izquierda y positiva a
la derecha- que suben a los lados de la médula espinal
hasta el chakra pituitario y que preceden, en su ascensión,
a la del fuego sagrado de Ketzalkoatl.
Para dar oportunidad al etérico, que durante el sueño
se dedica a reparar el desgaste del cuerpo físico,
todos salimos en cuerpo astral; pero usted debe salir en cuerpo
astral a voluntad, conscientemente y cuantas veces lo desee.
En el plano astral lo someteremos a pruebas para conocer sus
cualidades y defectos; más, si a pesar de los ejercicios
que le hemos dado no ha logrado salir en cuerpo astral a voluntad,
le recomendamos que practique tenazmente la meditación
interna. Así recobrará el poder natural de manejar
su cuerpo astral, poder que por ahora ha perdido.
Práctica
Durante siete días por lo menos y no menos de treinta
minutos cada vez, acostado en su lecho, antes de quedarse
dormido, sienta que el fuego sagrado del Espíritu Santo
penetra en su cuerpo por el chakra pineal y que, en su descenso,
pone en movimiento a sus chakras pituitario, laríngeo,
cardíaco y solar, y sigue bajando hasta su chakra prostático
y lo hace girar, de izquierda a derecha, resplandeciendo como
bello loto de fuego en movimiento.
Todas las mañanas, después de su aseo matinal,
párese con la cara hacia Este como se lo hemos recomendado
en el capítulo anterior y vocalice los mantrams INRI
y PANDER hasta que se familiarice con ellos; así mismo
vocalice todas las mañanas, temprano, una de las sílabas
que le hemos dado en capítulos anteriores. Como ejercicio
de este capítulo vocalice la sílaba AN así:
AAAAAAAAAAANNNNNNNNNN
Del libro: MAGIA CRISTICA AZTECA, Capitulo 9.-
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