"También
sabemos que existe una Ley, y esa Ley no es otra cosa que
la Ley de la Entropía... Si no trabajamos sobre nuestros
pensamientos, si no trabajamos sobre nuestros sentimientos,
si no trabajamos sobre el "yo", sobre el "mí
mismo", sobre el "sí mismo", se va produciendo
dentro de nosotros el fenómeno de la Entropía:
tienden los pensamientos a ser de naturaleza cada vez más
inferior, las emociones se hacen cada vez más negativas,
las voliciones poco a poco más débiles, caen
en la Entropía: las áreas del cerebro se debilitan
más y ya no trabajan todas las áreas del cerebro
como en otros tiempos, sino unas pocas; eso lo saben los mejores
médicos, los mejores hombres de ciencia, caen dentro
de la Entropía. Todo tiende, pues, a involucionar de
acuerdo con esa Ley de la Entropía y a la larga la
Entropía conduce a la igualación de las cosas".
Samael
Aun Weor
La Ley de la Entropía es algo que está a la
vista. Si ponemos una marmita llena de agua caliente junto
a una marmita llena de agua fría, veremos cómo
se precipita la Entropía: hay un intercambio de calor
y de frío y por último priva la Entropía
y ambas quedan iguales.
Millones de personas actualmente, por ejemplo, están
metidas dentro del camino de la Entropía; como no trabajan
sobre sí mismas, cada día se vuelven más
imbéciles, la mente se les va atrofiando, los centros
de la máquina orgánica cada vez están
más degenerados, no les trabajan todas las áreas
del cerebro y así llegará el día en que
la Ley de la Entropía los igualará a todos allá
abajo, en el "Tártarus".
¿No
se han fijado ustedes cómo iguala la Ley de la Entropía
a la gente? A alguien lo pueden enterrar en un ataúd
de oro y a otro en un ataúd de madera y por muy bonita
que sea la sepultura, a la larga quedan iguales: tan "huesudos"
el uno como el otro. La "Pelona" a todos los iguala,
eso es obvio, esa es la Entropía.
Así que, los "humanoides" que pueblan la
faz de la tierra, es decir, los "bípedos tricerebrados"
o " tricentrados", un día serán todos
iguales, degenerados e incapaces; tan iguales, que apenas
se distinguirán el uno del otro.
Y si vemos la Tierra, dicen que cada día va andando
más despacio, es decir, que la rotación sobre
su eje es así: cada día más lenta, debido
pues a las altas mareas y al roce de las aguas. Por otra parte,
el Sol dicen que se va enfriando; tal vez sea así,
pero sí digo que conforme la atmósfera terrestre
se vaya enrareciendo, irá perdiendo la capacidad para
analizar y descomponer los rayos del Sol en luz y calor...
La Luna, al paso que vamos, se irá alejando, si disminuye
la velocidad de rotación, eso opinan y yo creo que
sí: esa es la Entropía.
Un día la Tierra será una luna más: la
Entropía la habrá igualado. Por lo pronto, veámosla
como está marchando, toda bajo la Ley de la Entropía:
cómo se encuentran los mares, ya están pues
convertidos en basureros; peces moribundos, ríos contaminados,
la atmósfera contaminada con "smog", frutos
de la tierra adulterados. Los sabios, los pseudo-sapientes,
que "todo lo saben", han acabado con los frutos
verdaderos de la Tierra; ahora ya no se encuentra uno ni manzanas
para comer y le toca "tragar perones", "naranjas
de California" sin semillas: ¿habrase visto cosa
más estúpida? Claro, he ahí la Ley de
la Entropía: los "sabihondos", satisfechos
de su "sabiduría", sin saber que lo que han
hecho es degenerar a los vegetales, haciéndolos marchar
por el camino de la Entropía.
Al paso que vamos, las tierras se irán volviendo estériles;
las explosiones atómicas, pues, acabarán de
"hacer su agosto" con ellas y de proseguir así,
un día la Tierra quedará igualada, entonces
será otra luna.
Afortunadamente la sabiduría, dijéramos, del
Teomertmalogos, lo tiene todo muy bien calculado; ya sabemos
nosotros que sólo mediante la transformación
es posible vencer a la Ley de la Entropía, pues la
transformación incluye sacrificio; eso es ostensible.
Por ejemplo, si uno sacrifica el deseo sexual, esa fuerza
nos provee de otra cosa: cristaliza dentro de él, en
el Ser, cristaliza en los Cuerpos Existenciales Superiores
del Ser. Si uno sacrifica la ira, aparecerá la gema
preciosa de la mansedumbre; si sacrifica el ansia del dinero,
la codicia insoportable, nacerá en uno, pues, el altruismo;
si sacrifica la envidia, se manifestará en uno la filantropía,
el deseo de trabajar por el prójimo, la alegría
por el bien ajeno; es decir, que no puede haber transformación
si no hay sacrificio.
El petróleo en una locomotora, por ejemplo, se sacrifica.
¿En aras de qué? De la energía que pone
en movimiento todo el tren -eso es sacrificio-. Y si la máquina
es de carbón, como eran las antiguas, se sacrifica
ese combustible. ¿Para qué? En aras de la energía,
en aras del movimiento del tren... Sí, cuando uno sacrifica
una fuerza inferior en aras de una superior, hay transformación.
Lo que pasa es que como el resultado es tan distinto, porque
veamos por ejemplo: un combustible como el carbón,
es distinto a la energía del ferrocarril; al ser sacrificado,
se convierte en algo tan distinto, pues, a la energía
que pone en movimiento al ferrocarril; es completamente distinta
la energía del carbón, son diferentes.
Así mismo, cuando un hombre sacrifica sus impulsos
sexuales, el resultado de esa energía vienen a ser
los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser. ¿Ven
qué distinta, ven que diferente es el resultado?
Así pues, si se sacrifica durante el coito el esperma,
la energía liberada da origen al Hombre Interior Profundo
y entonces se escapa uno de la Ley esa tan horrible de la
Entropía degenerativa.
La Tierra actual, por ejemplo, está completamente marchando
de acuerdo con la Ley de la Entropía y si no hay un
gran sacrificio, quedará igualada el día de
mañana, convertida en una luna más; pero como
no se ha terminado el programa -cada planeta tiene que tener
sus siete Razas, antes de convertirse en Luna-, pues hay que
hacer un gran sacrificio: se necesita la catástrofe
y el sacrificador va a ser el Teomersmalogos.
Se necesita una catástrofe, ¿para qué?
Para poder transformarla, hay que sacrificar esta Tierra,
esta humanidad; todo esto hay que transformarlo, sacrificarlo.
Se necesita una transformación y como resultado de
esa transformación de energías, resurgirá
una Tierra nueva con su "Edad de Oro" y su belleza.
De manera que la catástrofe es una necesidad indispensable
para poder vencer a la Ley de la Entropía; si no hubiera
una catástrofe, la Ley de la Entropía, pues,
terminaría igualando a la Tierra con la Luna, sería
una luna más antes de tiempo; pero gracias a la transformación
que se va a producir con ese sacrificio, que será una
catástrofe, surgirá una nueva "Edad de
Oro" y una nueva humanidad.
La Tierra pues, está agonizando, la Entropía
la está llevando poco a poco hasta el final, esto lo
puede saber cualquier persona que tenga un poquito de visión.
Sólo mediante la transformación se puede conseguir
que todavía no se convierta en luna, que surja de entre
el caos, pues, algo nuevo.
Pues sí, la transformación que se va a realizar,
se hará sobre la base del sacrificio y terminará
con una gran catástrofe... Cristo mismo se sacrificó
en la Tierra Santa para vencer a la Ley de la Entropía
y al Dios Mitra lo ponían sobre un toro, con el cuchillo
clavado sobre el lomo del animal; de la sangre que manaba
del toro ese sagrado, brotaban las plantas y todo lo que es,
ha sido y será, eso nos dice lo mismo: sacrificio,
indispensable para la transformación, transformación
urgente para trascender a la Entropía. Si uno no hace
nada, si no se sacrifica para reducir a polvo los "yoes",
será el "tragadero" de la Entropía.
Las gentes no quieren ahora sacrificarse, claro, no comprenden
la Ley del Sacrificio; las gentes creen que la Tierra puede
ser transformada sin sacrificio, lo cual es absurdo, pues
si alguien por ejemplo quisiera hacer una labor pero no se
sacrificase, tarde o temprano entrará la Entropía
en la Tierra y fracasará su labor; pero si uno comienza
haciendo una labor sobre la base del sacrificio, producirá
transformaciones incesantes y su obra crecerá y será
fecunda sobre la Tierra, ¡así será!
Debe empezar por sacrificar uno aunque sea sus propios sufrimientos.
Yo les aseguro a ustedes que la gente está dispuesta
a sacrificar los placeres y hasta sus vicios, su dinero, pero
nunca sus sufrimientos. La gente quiere mucho a sus sufrimientos,
sus dolores; los quieren demasiado, todo lo sacrifican menos
sus sufrimientos, ¡eso sí que no!
Si
uno empieza por sacrificar los sufrimientos, puede dar un
nuevo paso y vencer a la Ley de la Entropía... ¿Quién
de ustedes está dispuesto a sacrificar sus propios
sufrimientos, a sacrificarlos por algo superior? En realidad,
nos sacrificamos para portarnos mal. Yo por ejemplo, no andaba
pensando en el sufrimiento jamás, sacrificaba todas
esas cosas que quieren mucho las gentes.
A la gente le encanta hablar de sus experiencias, de los sufrimientos
por los que pasaron, de las amarguras posibles, de lo "yo
voy a hacer", de "lo que yo soy, gracias a haber
sufrido tanto"... Raros son, en verdad muy pocos, los
que están dispuestos a sacrificar sus sufrimientos.
Sí, observen a las gentes, mírenlas y verán
que no son prácticas; observen la psicología
de las gentes y verán cómo quieren sus sufrimientos,
cómo gozan recordándolos; "Cuando yo pasé
por tantas y tales cosas, cuando vendía periódicos
en la calle para llegar un día a ser lo que soy, el
Dr. Fulano de Tal, el poderoso señor. Yo, que vendía
periódicos, yo que dormía en los andenes"...
La gente es así: se quieren demasiado a sí mismas
y a sus dolores, las gentes tienen necesidad de sus propios
sufrimientos... Sí, y gozan con eso. Los ricos, mientras
más poderosos y felices, tanto más recuerdan
sus propios fracasos, sus propios sufrimientos -de cuando
en cuando- y se sienten auto-importantes recordándolos.
Erradiquen esas cosas de su personalidad, todo se transforma
mediante el sacrificio. Sacrifiquen sus propios sufrimientos,
erradiquen de sí mismos los "yoes" que los
produjeron y quedarán sacrificados los sufrimientos;
los "yoes" de los sufrimientos hay que desintegrarlos,
hay que pulverizarlos, volverlos "cisco" y esa energía
que resulta de ahí, produce una transformación
de donde nace un hombre diferente, que vence a la Ley de la
Entropía.
Allí tenemos la Luna; el que vence y muere, puede investigar
en el interior, en la "panza" de la Luna, lo que
sucede en las entrañas de nuestro satélite.
Allí verán los restos de millones de "yoes
selenitas" que pertenecieron a gentes de tipo lunar,
cuando ese satélite estuvo habitado... Sí, un
día estuvo habitado ese satélite, hace tiempo,
mucho antes de que esta Tierra en que vivimos existiera.
La
Luna es muy antigua; cuando tuvo vida de verdad, pues tuvo
gente también, humanidad, y hoy en día encuentra
uno los restos de los "yoes selenitas" en los mundos
infiernos lunares -son todos iguales, no se distinguen el
uno del otro-. ¿Quién los igualó completamente?
La Ley de la Entropía, en la misma forma en que iguala
dos cadáveres a la larga, aunque uno haya sido sepultado
en "cajita de oro" y el otro en "caja de palo".
A la larga quedan iguales todos: la Ley de la Entropía
se encarga de igualar a los ricos y a los pobres y a todo
el mundo; ¡esa es la cruda realidad de los hechos!
Así que, si uno nada cambia, si uno nada transforma,
si no se sacrifica algo, se lo traga la Ley de la Entropía,
eso es obvio. Vale la pena reflexionar, pues, en todas estas
cosas...
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