Maestros son los que nacen del corazón, más no
preconcebidos en la mente. Es interesante que nazca de instante
en instante, de momento en momento. Esos que sufren aquí
y ahora.
¿Quieren
saber algo sobre la Fe? Pues bien, lo que aquí sucede,
es que las gentes confunden la creencia con la Fe, y esta
equivocación es de tipo general, confunden siempre
la gimnasia con la magnesia y es difícil poderle quitar
a la gente esa tontería, creen que la Fe es la misma
creencia.
La
realidad de los hechos, para mi modo de ver y de entender
estas cosas, es que ante todo, el que quiera llegar a tener
Fe de verdad tiene que llegar a desdoblarse en dos: El hombre
exterior y el hombre interior.
En
tanto, por ejemplo no logre uno desdoblarse psicológicamente,
pues sigue como hombre exterior. El hombre exterior ¿de
dónde va a sacar la Fe? Hay que darle nacimiento en
uno al hombre interior. El nuevo hombre debe nacer en uno.
Ese hombre interior no es otra cosa sino el hombre psicológico.
El
hombre interior está colocado en un nivel superior
al hombre exterior. El hombre exterior en todo caso, no es
el hombre interior. Es necesario nacer -dice Jesús-
del Agua y del Espíritu. Y todos los evangelios del
gran Kabir Jesús van a eso, el renacimiento del hombre
interior. El quiere que surja el hombre interior en cada persona,
eso es lo que desea el Gran Kabir.
Los
mensajes de Jesús no van al hombre exterior que digamos,
Jesús no venía pues, dispuesto a perder el tiempo
miserablemente, dando enseñanzas exclusivamente para
el hombre exterior. Las enseñanzas de Jesús
tienen un solo objetivo, que es renacer del Agua y del Espíritu.
Quiere que en nosotros nazca el hombre interior, que nos desdoblemos
en dos.
Obviamente,
el hombre interior nace dentro de nosotros en un nivel superior,
en una octava superior. El hombre inferior, el hombre común
y corriente, está colocado siempre en el nivel de tipo
inferior, y eso es ostensible. Así que, Jesús
no se preocupa mucho porque prosiga el hombre de nivel inferior;
sino porque renazca en nosotros el hombre superior.
Quiere
que nazcamos del Agua y del Espíritu. Quiere que lleguemos
al nacimiento segundo; quiere el desdoblamiento del hombre.
Cuando
uno se ha desdoblado en sí mismo, o se ha dividido
en superior e inferior, entonces tiene una experiencia directa
sobre lo Real.
El
hombre exterior vive realmente en un mundo externo, únicamente
puede saber sobre las cosas del mundo exterior: el hombre
interior es distinto, vive en un mundo interior.
Así
como hay una vida de tipo exterior completamente, hay también
una vida de tipo interior. Es que el hombre que ha nacido
del Agua y del Espíritu, es diferente. Cuando eso sucede,
el mismo hombre exterior se somete a la voluntad del hombre
interior y actúa en consonancia con las leyes del mundo
interior: ya es un hombre diferente.
Es
claro, para que renazca en nosotros el hombre interior, se
necesita antes que todo, pues, reconocer nuestra propia nadidad
y miseria. Es claro que las gentes comunes y corrientes están
acostumbrados a vivir de acuerdo con las reglas de este mundo.
Se sienten perfectísimas y llenas de grandes virtudes.
Don fulano de tal y tal, Doña sutana, etc., más
bien se quejan de que no se les reconocen sus méritos.
Si
trabajan en una fábrica, pues, creen necesario que
se les pague bien, que se les aumente el salario conforme
los precios aumentan; nuevas puntadas en el aire aspiran siempre
al ascenso. Simples soldados en el ejército, pues quieren
llegar a ser cabos, quieren ser sargentos y quieren ir progresando
poco a poco y allá en su interior, sueñan con
llegar a ser generalísimo general de división.
¿Por
qué? Porque se creen llenos de méritos; creen
que todo se lo merecen. Si trabajan el algún sentido,
si hacen algún esfuerzo, llaman su pago. Si no le pagan,
pues protesta, "¿Sí, cómo? No es
justo, yo he trabajado, he luchado, tengo tales y tales méritos,
sin embargo a mí no me han sabido pagar, no me han
sabido reconocer mis esfuerzos". Así es el hombre
inferior.
Pero,
para que nazca el hombre interior, tiene uno que volverse
diferente; eso es lo difícil. Solo llegando a reconocer
precisamente que uno no vale nada, a pesar de haber trabajado
muy duro dentro de sí mismo, sobre su psicología
¡verdad! Compuesta de lo normal del hombre exterior.
Es
bueno de verdad, llegar uno a comprender que los esfuerzos
que uno ha hecho son nada. Tiene que llegar a entender que
uno es un imbécil, en el sentido más completo
de la palabra. Y esto que estoy diciendo, no son puras poses
de comediantes y tampoco fingidas mansedumbres o actitudes
pietistas, o mojigaterías de muy mal gusto.
¡No
señores! Es verdad que cuando uno examina su propia
existencia, cuando revisa su propia vida, llega a descubrir
que uno es un idiota, que no vale nada. En cuanto crea uno
que vale algo, no puede nacer en uno el hombre interior. Mientras
uno crea que vale mucho, seguirá siendo lo que ha sido
siempre, el hombre de la calle común y corriente, el
señor que está detrás del mostrador de
un almacén, el boticario que prepara recetas, o el
vendedor de artículos de primera necesidad, pero jamás
el hombre interior.
El
hombre interior nace en uno como resultado de sus propias
reflexiones. Si quieren que nazca el hombre interior en uno,
tienen que darse el lujo de destruir realmente lo que uno
es. Lo que es uno mismo: Un caso ahí de reacciones
mecánicas absurdas, un saco de percepciones, de simpatías
y antipatías mecánicas, de lujuria, etc., total,
un cretino.
Si
uno se da cuenta que eso es, nada más que eso, se quitan
las ínfulas de vanidad y se dedica de verdad a lo que
debe dedicarse, a la auto-destrucción del mí
mismo. Algo que suena muy feo para las gentes que se quieren
mucho a sí mismas. Nadie que tenga "yo" o
amor propio, pueden gustarle estas palabras que estoy diciendo
yo aquí.
Pues
así es, cuando uno trabaja de verdad, sinceramente,
está erradicando de su psiquis lo que debe erradicarse,
su imbecibilidad, su idiotez, cretinismo, ínfulas de
grandeza, su auto-importancia, etc.
A medida que los elementos que llevan en su interior mismo,
se reduzcan a cenizas, la Esencia, la Conciencia se va liberando.
Eso es ostensible, va resurgiendo en uno.
Esa
Conciencia liberada es Fe, pero Fe de verdad, no creencia.
Esas creencias no sirven para nada, hablo de Fe que es sapiencia.
Obviamente,
que a medida que la Esencia se libera, aumenta la sapiencia.
Cuando la totalidad del Ego es destruida, aniquilada, la Esencia,
el hombre interior, queda completamente auto-consciente.
Ese
hombre nacido del Agua y del Espíritu, es Fe verdadera.
Es el hombre de Fe. No la fe de la creencia aquella del carbonero,
ni la que le enseñaron a uno los dogmas de tal o cual
religión, no me quiero referir a esta.
El
hombre consciente desprovisto del Ego, indudablemente por
experiencia directa, vivida, puede conocer los enigmas del
Universo. Puede experimentar en forma vivida, los Misterios
de la Vida y de la Muerte. Puede vivenciar eso que está
más allá del cuerpo, de los afectos y de la
mente. Eso que no es del tiempo, la Verdad. Así pues,
en tanto no nos hallamos divididos en dos hombre, el exterior
común y corriente, y el interior profundo, no seremos
hombres de Fe, seremos hombres de creencia, pero no de Fe.
Tampoco
exigirle a nuestros estudiantes un cien por cien de Fe, eso
de la adquisición de la Fe, es algo graduativo. Si
alguien ha liberado tan sólo un cinco por ciento de
Esencia, pues tendrá un cinco por ciento de Fe y si
un diez por ciento de Esencia lo que ha logrado liberar mediante
la trituración y desintegración de algunos elementos
psíquicos indeseables, pues tendrá un diez por
ciento de Fe. El que ha disuelto un cincuenta por ciento del
Ego, pues tendrá un cincuenta por ciento de Fe y el
que ha logrado el cien por cien de la destrucción del
Ego, en otros términos el que ha conseguido liberar
el cien por cien de su Esencia, tiene un cien por cien de
Fe. Es un hombre de Fe íntegra.
Pero
al repetir esto de Fe, me temo mucho que crean que se trata
de la fe del carbonero o de la creencia. Cuando digo Fe, me
refiero a sapiencia, a conocimiento.
El
hombre interior, tiene derecho a conocer por experiencia mística
directa, la verdad. Tiene derecho a experimentar los Misterios
de la Vida y de la Muerte. Tiene derecho a trabajar con los
enigmas del Universo; pues entonces la Fe es conocimiento
auténtico, no de creencia.
Quien
llega de verdad a ser hombre de Fe, tiene que dar nacimiento
en sí mismo al hombre interior, es decir, tiene que
dividirse en dos: el hombre interior colocado naturalmente
de una octava más elevada y el hombre inferior colocado
en un bajo del mundo en que vivimos.
En
cuanto continuemos viviendo como hombres de nivel inferior,
en este mundo tridimensional de Euclides, no será posible
tener Fe, ni tampoco será posible conocer en alguna
forma los Misterios de la Vida y de la Muerte, lo Real.
Necesitamos
dividirnos en dos, desdoblarnos. Cuando uno llega a reconocer
que dentro de sí mismo, en las profundidades del hombre
interior, hay una autoridad colocada en una octava aun más
elevada, se somete a esa autoridad; entonces aumenta la Fe.
Pero uno puede someterse a esa autoridad colocada dentro de
uno mismo, colocada en una octava ascendente, o sea que uno
se ha desdoblado en dos.
El
hombre interno se somete a esa autoridad, y el externo a su
vez, se somete al hombre interior, y todo queda sometido en
general a una autoridad íntima, que no es otra cosa
sino la de su propia particularidad, la de su propio Logos,
la de su propia Mónada, hablando esta vez al estilo
Leibniz, la de su Padre que está en secreto.
Mientras
más obedezca uno esa autoridad, tanto en los Cielos
como en la Tierra, es decir, tanto en el espacio psicológico,
como aquí en el espacio tridimensional de Euclides,
pues tanto más aumenta la Fe. Ante todo tiene que darse
cuenta uno que no vale nada, y someterse a la autoridad interior
profunda, no hablo de una autoridad exterior, claro, sino
de la voluntad íntima.
Si
uno se somete a esa autoridad íntima, la obedece, la
Fe aumenta. Para someterse a esa autoridad, a esa voluntad
interior profunda, tiene uno que reconocer su propia nadidad
y miseria. Si uno cree que vale algo, no se somete, tampoco
aumenta la Fe.
Para
que la Fe se multiplique, necesita uno someterse a una autoridad
superior profunda, a la Voluntad del Ser. A la Voluntad de
su Mónada particular. La misma voluntad que tenemos,
obviamente debe someterse a esa voluntad interior profunda
que se ha formado debido al desdoblamiento humano. Entonces
cuando uno se somete a esa voluntad interior profunda, pues
entonces marcha bien, porque esa voluntad interior profunda
a su vez se somete a la voluntad interior del Ser.
Cambia,
se multiplica la Fe y actúa aquí en el mundo
real, en consonancia con las leyes interiores y la voluntad
del Ser. Ya es algo diferente, ya no es simplemente un robot.
Pero las gentes comunes y corriente no son sino robots, están
programados para tal o cual profesión, para tal o cual
oficio, etc.
Así
pues, que tener Fe es importante, pero nadie podría
llegarla a tener, si no ha dado nacimiento al hombre interior,
si no ha llegado a desdoblarse en dos, si no ha llegado a
eliminar de su psiquis los elementos indeseables que lleva.
Pues
solo así surge la llamarada de la Fe, que no es creencia,
sino conocimiento y sapiencia. Distíngase que conocimiento
y creencia son diferentes. Creo que ustedes me van entendiendo.
¿Qué más tienen para preguntar con respecto
a la Fe o con respecto a la creencia?
P.-
¿Son elementos básicos el conocimiento de los
cinco centros y la destrucción de los Egos, como mecanismo
para adquirir la Fe y el desdoblamiento?
R.-
¡Mecanismo para adquirir la Fe! La Fe no se adquiere
con mecanismos. La Fe se obtiene a base de trabajos conscientes
y padecimientos voluntarios. Ningún esfuerzo mecánico
puede transformarnos. Solamente pueden transformarnos los
esfuerzos conscientes. La Fe no se adquiere si no desintegramos
el Ego y el Ego no se desintegra, repito, sino a base de padecimientos
voluntarios y trabajos conscientes. Se aparta completamente
de los mecanismos, nada tiene que ver con los mecanismos.
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